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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT)

El proceso de generar memoria e historia en el trabajo artístico creativo permite una 
relación directa entre la historia privada y la colectiva. Por otra parte, las y los artistas 
se convierten en puntos de enlace con un público que quizá desconoce cierto hecho 
histórico o una realidad, como el caso de la representación de lo que se vive en el relleno 
sanitario de la ciudad de Guatemala, hecho retratado en la obra 

Hambre y Tierra, contexto 

que la mayoría de sectores sociales desconoce, pues es una realidad de la que no se habla 
y generalmente pasa desapercibida para las y los habitantes de la ciudad.

El hecho de ver plasmada una obra plástica, performática o escénica es una profunda 
manera de cerrar un ciclo. Las y los artistas abordados coinciden en que luego de recorrer 
el camino creativo, plantearse interrogantes, indagar en las emociones y el cuerpo, el 
tener la vivencia de la obra terminada es una forma simbólica muy importante de cerrar 
ciclos y abrir nuevas posibilidades. 

Dentro de este devenir simbólico, atreverse a que las realidades atraviesen el cuerpo, 
permitirse salir de los márgenes que marcan los cánones culturales y sociales aunque 
sea de forma efímera, el intervenir espacios y realidades, escenificar la propia vida y 
exponerla a un público, todos estos son aspectos profundamente transformadores.

Al crear y al presentar o exponer su obra, el o la artista ha donado su ser y no solamente 
una labor externa a su vida. Cuando la obra se hace pública, sale del autor o autora 
y se dona al mundo. En este proceso se brinda un importante aporte a la sociedad, 
no solo construyendo memoria, cuestionando o proponiendo nuevas formas de ver la 
realidad. Es una forma de recordarle a la sociedad su capacidad de sentir, de observar 
lo no evidente, abrir nuevos caminos y nuevos mundos que trascienden fronteras y 
contribuyen a fortalecer lo humano.

Los espacios artísticos permiten una mejor convivencia entre posturas ideológicas 
diversas, incluso contrarias, dado que el situarse en los terrenos de la representación 
hace que quienes participan dentro de los mismos, se distancien de las pugnas y de 
personalizar la idea del «ataque y contraataque»; están en una dimensión en la que se 
adoptan personajes. Esto se vio especialmente en el colectivo teatral donde las y los 
artistas expresaron que compartían el proceso con personas con puntos de vista diversos, 
incluso cuando miembros de sus familias de generaciones anteriores eran «enemigos 
ideológicos» y cumplieron roles de pugna en la historia reciente del país. Es así que la 
creación artística se convierte en un punto muy importante de encuentro.