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Políticas migratorias estadounidenses y resistencias de los centroamericanos indocumentados en la era de Trump
revisión de los casos de inmigrantes haitianos y las barreras a los inmigrantes con el HIV.
También lo obtuvieron cuando Obama dijo que los dreamers eran «estadounidenses en
sus corazones, en sus mentes, en todas las formas excepto en una: en los documentos».
Pero, sobre todo, lo consiguieron con el éxito en la más cara de sus luchas: la ampliación
de DACA hasta cubrir a más de la mitad del no-movimiento de los indocumentados,
por obra de una acción del ejecutivo anunciada el 20 de noviembre de 2014. En suma, el
no-movimiento de los indocumentados pudo practicar una desobediencia civil militante
y aumentar su libertad de palabra por haberse constituido en movimiento, emergido
del anonimato cultivaron una etiqueta cautivadora y explotando las oportunidades de la
heterogeneidad estatal.
¿Sólo quedan palabras?
Tras la abrupta, pero en modo alguna sorprendente supresión del programa DACA
parece que solo nos queda pronunciar las palabras finales de El nombre de la rosa: «Stat rosa
pristina nomine, nomina nuda tenemos»
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[permanece la rosa primigenia, a nosotros no
nos queda más que el nombre]. No es una derrota. Permanece la rosa (ese segmento
de los indocumentados) y el simple nombre (la etiqueta) ha probado ser una bandera
poderosa. Una vez creada la etiqueta, no hay marcha atrás. La formidable construcción
de la etiqueta DACA ha hecho de los dreamers un conjunto diferenciado y también el más
aceptable de todos los segmentos de indocumentados.
Estas iniciativas se enfrentan a los intentos de Trump por cerrarles el camino de millones
de indocumentados hacia la residencia legal. Como parte de esa tercia, los DACAmentados
siguen dando declaraciones y manifestándose en los espacios públicos que ya no son para
ellos coto vedado. Las fuerzas en puja definirán si dreamers es o no es un simple nombre.
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Umberto Eco, En nombre de la Rosa (Barcelona: Editorial Lumen), 1987.