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Políticas migratorias estadounidenses y resistencias de los centroamericanos indocumentados en la era de Trump

de es grata a los dos grupos de políticos: controlar la puerta de ingreso es la única 
forma de mantener la libre elección de qué tipo de extranjeros deben ser admitidos.

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Siguiendo la lógica de la selección, esta vez en el terreno de la inmigración legal, Trump sí 
enfatiza lo que quiere absorber en lugar de lo que quiere evitar: para cortar la migración 
legal a la mitad propuso una ley migratoria que ofrezca menos oportunidades conceder 
la residencia por vínculos familiares y más como premio a los talentos y habilidades.  
La administración Trump tomó nota de que en 2014 el 64% de los inmigrantes a 
quienes se les concedió la residencia legal eran familiares inmediatos de ciudadanos 
estadounidenses o aplicaciones apoyadas por familiares. Apenas el 15% obtuvo la 
residencia con criterios basados en el mercado laboral. La ley de Trump quiere invertir 
estas proporciones y por eso propone criterios que excluyen la inmigración numerosa: 
educación, la habilidad de hablar en inglés, ofertas de empleo de alta remuneración, 
récord de logros e iniciativa emprendedora. Trump premia el «talento» de nacer en 
cuna de plata. La ley restringiría la posibilidad de legalizar a familiares a cónyuges e 
hijos menores de edad. Excluiría a hermanos e hijos adultos, y a los progenitores, si 
son mayores de edad y requieren cuidados médicos, les concedería nada más visas 
temporales renovables.

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 ¿Tan temibles son las cohortes de personas mayores que 

hacen fila en los aeropuertos centroamericanos para viajar a los Estados Unidos?

Mientras tanto, los migrantes siguen haciendo la lucha de auto-seleccionarse. Portland 
y Manassas proporcionan una idea de la diversidad de situaciones en que se libra 
esa lucha. Ideas y recursos quiere esa lucha. He tratado de describir la fuerza de los 
recursos y sus limitaciones. Pese a éstas y gracias a aquéllas, ni Obama pudo imponer 
su filtro. No sé si Trump lo pondrá. Para poner un sello final, ocioso y ameno, a mis 
pesquisas estadía en Manassas, Lito me invitó a comer en un restaurante de comida 
peruana. Al salir del local vimos frente a la puerta a un muchacho muy joven, de baja 
estatura con una mochila y gesto dubitativo. Se alejó un poco atemorizado, vino desde 
Nebaj hace seis meses y no ha conseguido trabajo. Dos días después, Reynaldo lo 
llamó para incluirlo en su equipo, no dejarán que lo filtre Trump.

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  Gerry Mackie, «U.S. Immigration policy and local justice», en Local Justice in America, Russell Sage 

Foundation, New York, 1995, 227-290 y 283.

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  Peter Baker, «President backs a plan to curtail illegal migration», The New York Times, 3 de agosto de 

2017, http://www.nytimes.com/images/2017/08/03/nytfrontpage/scannat.pdf