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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales

que Marx fustigó porque se deslizaba hacia una posición sospechosa de hacerle el juego al 
sistema, puede ser un buen instrumento de análisis de lo que está ocurriendo con ciertas 
formas de autogestión.

No se trata de celebrar el cuentapropismo per se, sino de entender sus consecuencias 
cuando lo practican los migrantes indocumentados, en una sociedad donde el trabajo 
no puede ser entendido sin el estatus legal y el estatus legal no nos dice todo sobre la 
situación de los indocumentados, si no atendemos a las formas de su inserción laboral 
y la riqueza de sus posibilidades y significados. Esa inserción –junto a la comercial, 
educativa, eclesial y lingüística– son el teatro de la legitimación en Estados Unidos.

Las políticas buscan la selección, los migrantes tienen la acción

Ninguna administración ha hecho un rechazo absoluto a todos los inmigrantes. Ni siquiera 
la más anti-inmigrante. Ninguna tampoco los ha aceptado en bloque sin ejercer ninguna 
discriminación. La sombra de Ellis Island es alargada. El Estado no ha renunciado a 
ejercer una suerte de selección. Cada administración tiene sus migrantes buenos y sus 
migrantes malos. Sus políticas reflejan un conjunto de valores que segregan a los migrantes.  
Los criterios empleados nos dan una pista de qué migrantes quieren evitar a toda costa 
y qué migrantes son aceptables. De paso transmiten un mensaje a la ciudadanía, a la 
clientela política a la que quieren satisfacer con determinada discriminación o aceptación.

Obama empezó a aplicar el programa DACA en el momento pico de las deportaciones. 
Expulsaba mojados y secaba espaldas al mismo tiempo. DACA es el mejor compendio 
de los migrantes, modelo: vinieron a la fuerza (los trajeron sus padres, por tanto, no 
violaron la ley), dominan la lengua tan bien como los nativos, desean ir a la universidad 
y contribuir al país. Trump escenifica el padre estricto, en esto no toma distancia los 
arquetipos políticos típicos de los republicanos. Levanta su látigo contra los criminales, 
cero tolerancia para los entenados díscolos, sobre todo la Mara-13. Su aliado Vince 
DeMarco, sheriff del condado Suffolk, apareció en Fox & Friends y denunció que la 
mayoría de los miembros de la MS-13 gang habían llegado a los Estados Unidos gracias 
al programa de Obama que protege a los menores no acompañados.

El énfasis de la política de Obama fue definir a quiénes elegía admitir. El énfasis de 
la política de Trump está puesto en a quiénes elige expulsar o no admitir. Ambas 
administraciones admiten y expulsan en grandes números. Por eso la utopía del muro