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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales

En Portland: Dos veces mojada

Ismael llegó hace 28 años. Susi tiene apenas seis meses en los Estados Unidos. Nació y 
se crio en el Quiché, pero buscando la tortilla nuestra de cada día sus pasos la llevaron 
a Xela [nombre coloquial que se le da a la cabeceara departamental de Quetzaltenango], 
la ciudad de Guatemala y ahora Estados Unidos. Llegó directamente a Portland después 
de un intento frustrado en que casi muere de asfixia junto a su esposo y sus dos hijos 
de seis y siete años. Le dieron el esquinazo a la parca en una situación idéntica a la que 
relata Jorge Ramos en Morir en el intento, en el que cuenta sobre un camión llenó de 
migrantes en un vagón cuyo climatizador colapsa, el oxígeno se agota, el calor supera los 
límites de lo tolerable y los migrantes languidecen sin poder comunicarse con la cabina.  
Una entrevista con estos sobrevivientes podría revelar algunas de las incógnitas que 
Ramos plantea en su libro sobre el tráiler donde murieron 17 de las 73 personas que 
en mayo de 2003 viajaban de Harlingen a Houston.

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 Las personas que migraban en el 

camión donde iba Susi no perecieron, pero tuvieron que entregarse a la migra a pocas 
millas de la frontera.

Susi no se amilanó. Las palabras de su padre le insuflaban valor: «Mire mija, usted ya 
está grande y tiene dos hijos. Tiene que pensar qué va a hacer. No va a seguir rentando 
casa toda su vida. Mañana viene cualquiera y le pone una casona frente a la suya, y 
usted va a estar estudiada pero sin cobijo propio. Ser pobre no es excusa. Es como si no 
se bañara por no tener jabón. Yo les di estudio para que salieran adelante. Lo demás 
ya depende de ustedes».

Para hacer un segundo intento, Susi cambió de coyote y viajó sola, probablemente por 
otra ruta, aventurándose como pionera de la familia. Hizo el viaje en 16 días, la mayor 
parte del tiempo en vehículos, pero también tuvo que caminar cinco horas por una 
montaña. Su esposo y los hijos llegaron 22 días después, siguiendo sus pasos a pie juntillas. 
Como no tenía hijos que presentar al entregarse a la migra, Susi tuvo que improvisar el 
papel de madre de un menor de 16 años que el coyote le asignó al emprender la jornada.  
«Él va a ser tu hijo», –le espetó sin más ceremonia–. Tras el apresurado parto, Susi susurró 
unas palabras amables a su bebé. Intentaba infundirle la confianza que a ella misma no 
le sobraba. Pero la confianza es de los bienes que se multiplican al compartirlos. Se 
sentía tranquila, aunque ligeramente mosqueada por el par pies de altura que le sacaba su 
putativo vástago. Pero a la mañana siguiente su inquietud saltó a la estratósfera cuando la 

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  Jorge Ramos, Morir en el intento. La peor tragedia de inmigrantes en la historia entre México y Estados Unidos

(México: Grijalbo, 2006).