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Políticas migratorias estadounidenses y resistencias de los centroamericanos indocumentados en la era de Trump

La orden del 25 de enero, en su sección 11, es un batiburrillo en el que se entrelazan las 
ofensas a las leyes migratorias con los crímenes violentos y las organizaciones criminales 
transnacionales que operan en los Estados Unidos. Para remachar este vínculo, la sección 
13 pide que el director del ICE tome medidas para brindar servicios profesionales y 
adecuados a las víctimas –y a sus familiares– de crímenes cometidos por extranjeros 
deportables. También pide que esa instancia proporcione estudios trimestrales sobre la 
victimización que generan los extranjeros presentes en los Estados Unidos (y aquí se omite 
el adjetivo deportables, con lo cual aplica parejo a quien tiene un TPS o una green card como a 
los que carecen de toda autorización). Los esfuerzos del ICE por dar ayuda (¿financiera?, 
¿psicológica?) probablemente son un cometido harto inusual. ¿Por qué no pedirlos a 
una instancia que habitualmente preste esos servicios? Probablemente para recalcar que 
esos migrantes son una carga para los servicios de inmigración y ensanchan sus gastos 
de múltiples formas. El objetivo está logrado, diseminar la idea de que los inmigrantes 
van dejando a su paso una estela de crímenes que el Estado aún no ha podido ponderar.  
Este es un teatro del terror, donde órdenes que no establecen nada nuevo, están 
destinadas a difundir la convicción que los migrantes son un colectivo amenazador, no 
para el empleo o las finanzas, sino para la seguridad nacional. Ese es el estribillo que 
todas las órdenes ejecutivas repiten.

El teatro es el mensaje

El Trump de la campaña electoral dijo: «Estados Unidos no puede seguir dándose el 
lujo de ser el policía del mundo, amigos. Debemos reconstruir nuestro propio país».

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En esa tónica, criticó la intervención de Washington en Siria, Irak y Afganistán. El Trump 
presidente derramó gasolina sobre las tensiones con Corea del Norte –se incluye la teatral 
y provocadora visita de su vicepresidente a la frontera entre las dos Coreas–, lanzó un 
ataque con 59 misiles Tomahawk a una pista área siria, multiplicó la frecuencia de ataques 
a Yemen y arrojó la «madre de todas las bombas» sobre un reducto del Estado Islámico 
en el este de Afganistán. El analista Robert Fisk sostiene que este teatro de la guerra 
rindió sus frutos: «Hasta los medios estadunidenses a los que Trump había condenado 
con tanta ferocidad comenzaron a tratarlo con respeto.»

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 El escritor mexicano Juan 

Villoro podría haber pronosticado este giro en la reputación de Trump, a tenor de lo que 
escribió sobre otro presidente: «No se necesita la sagacidad de McLuhan para saber que 

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  Miranda Hamburger «Trump: campaña en “poesía”, gobierno en “ prosa”», Nueva Sociedad, abril de 

2017, http://nuso.org/articulo/trump-campana-en-poesia-gobierno-en-prosa/

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  Robert Fisk, «Mientras más loco Trump, más en serio lo toma el mundo», La Jornada, 23 de abril de 

2017, https://www.jornada.com.mx/2017/04/23/opinion/019a1mun