ix

INTRODUCCIÓN

El ascenso a la presidencia de los Estados Unidos del hipermediático empresario Donald 
Trump causó conmoción entre un amplio sector de los estadounidenses y más aún entre 
los inmigrantes indocumentados contra quienes Trump ofreció masivas expulsiones 
durante su campaña. Con mucha decisión y publicidad, la que en Estados Unidos se 
conoce como la izquierda cultural arremetió contra Trump desde antes de las elecciones. 
Sus críticas alcanzaron tales niveles de acritud y tal constancia sistemática que provocaron 
que Trump dijera –en esta ocasión ajustado a los hechos– que su contrincante no era 
Hilary Clinton sino los medios de difusión. 

A esa izquierda cultural, que incluye un sector de los medios y Hollywood, el triunfo 
de Trump le resultó enteramente inesperado. Pero algunos analistas políticos habían 
registrado indicios ominosos en el funcionamiento del Partido Republicano. Como 
observaron Thomas E. Mann y Norman J. Ornstein, el último un respetado comentarista 
político conservador del derechista American Enterprise Institute, ese partido se 
ha convertido en una «insurgencia radical» a la que poco le interesa participar en la 
política que se hace en el Congreso. Desde los tiempos del presidente Ronald Reagan, el 
liderazgo del partido ha caído hasta tal punto en los bolsillos de los muy ricos y del sector 
empresarial que solo puede atraer votos movilizando sectores de la población que antes 
no habían sido una fuerza política organizada. Entre ellos están los cristianos evangélicos 
extremistas que, probablemente, ahora votan republicano en su mayoría; restos de los 
antiguos estados esclavistas; nativistas que están aterrorizados de que «ellos» nos roben 
nuestro país, blanco, cristiano y anglosajón.

1

 Efectivamente Trump contó con ese apoyo 

de los evangélicos.

El apoyo fue cuidadosamente cultivado con una campaña de sexismo y xenofobia. Hay 
consenso en que dicho apoyo fue un elemento clave de su éxito político. Pero Trump 
también ascendió al poder sobre el persistente desgaste de los demócratas, que no 
pudieron cumplir sus ofertas programáticas por su sometimiento al gran capital y por el 
bloqueo de los congresistas republicanos. Y que no pudieron profundizar su propuesta 
de salida de la crisis por haber invertido en su ejecución una porción minúscula de la que 
los economistas calcularon era requerida para salir airosamente de la crisis.

1

  Thomas E. Mann y Norman J. Ornstein, «How the Republicans Broke Congress», The New York Times

2 de diciembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/12/02/opinion/sunday/republicans-broke-
congress-politics.html