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3.5 

La Economía de la Biodiversidad (EB)  

 

El enfoque convencional de la Economía planteaba como suposición básica que el consumo del 
capital natural no sólo no perjudicaba el bienestar económico, sino que incluso lo 
incrementaba.   Según este enfoque, si los ingresos provenientes del uso eficiente de los 
recursos naturales no renovables son reinvertidos en capital multiplicable, es decir 
renovable, el consumo de capital natural es entonces compensado con otra forma de capital. 
(Hartwick, 1977).  Empero, la desaparición creciente de la biodiversidad, ha llevado a una 
revisión de la importancia del entorno viviente. Ahora más bien, la biodiversidad se considera  
capital natural que apoya las actividades económicas. (Plän, 2000).  Si se acepta que el capital 
natural y el capital producido son complementarios y no sustitutos y que el desarrollo está 
limitado por el capital que existe en menor cantidad, entonces el capital natural será cada 
vez más el factor limitativo del desarrollo (Daly, s.f.).   

 

Con el surgimiento de la Economía de la Biodiversidad (EB) se amplía el campo de estudio del 
análisis económico, al incorporar el concepto de sostenibilidad.  El carácter de sostenible se 
vincula con la capacidad de sostenimiento de un proceso “sustentable”

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 a lo largo del tiempo.  

La sustentabilidad implica la articulación equilibrada de las metas económicas, sociales y 
ambientales y la sostenibilidad conlleva mantener en el tiempo dicho equilibrio.  Según 
Dourojeanni (1999), esto conduce en la práctica, al manejo de conflictos en el corto plazo,  y 
a la toma de decisiones en un clima de incertidumbre y complejidad de un medio (social, 
económico, cultural y natural) que se ve además modificado por las propias actitudes y 
conocimientos de los actores sociales.  Por lo tanto, el objetivo de la EB es satisfacer 
eficiente y equitativamente las necesidades ilimitadas de las generaciones presentes sin 
disminuir la cantidad, calidad y diversidad de los activos naturales y la viabilidad de sus 
procesos para las futuras generaciones. (IUCN, 2000).  Desde el punto de vista de la 
biodiversidad, el reto del enfoque económico estriba en lograr que las actividades humanas, 
mantengan los elementos bióticos y abióticos de los ecosistemas y de los procesos que los 
modelan.  

 

3.6 

Los Ecosistemas y los Sistemas Económicos 

 

El sistema económico debe verse como un circuito abierto a la entrada de energía, 
materiales e información y abierto a la salida de residuos sólo en parte reciclables, cuyo 
incremento puede crear “desutilidades”  (Figura 1).  Las necesidades humanas como motor 
del sistema económico, inciden en los ritmos de uso de los materiales y la energía, en las 
pautas de producción y consumo y en las consecuentes presiones sobre los sistemas 
naturales (Martínez y Roca, 1999).   

                                                   

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 Según Axel Dourojeanni (1999), el desarrollo sustentable resulta del equilibrio entre factores 

que explican un cierto nivel de desarrollo del ser humano (transitorio y evolutivo) y que tiende 
teóricamente a mejorar su calidad de vida.  La búsqueda de este equilibrio se da a partir de un 
conjunto de decisiones y procesos que deben llevar a cabo generaciones de seres humanos, 
dentro de condiciones siempre cambiantes, con información usualmente insuficiente, sujetas a 
incertidumbres y con metas poco compartidas por una sociedad y personas en general no muy 
solidarias: si este desarrollo se mantiene en el tiempo se alcanza la sostenibilidad. El apellido de 
sustentable o sostenible pone en evidencia su ausencia.