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sociedades y los pueblos. La política funciona con lógicas y tiempos que no son los mismos de
la Naturaleza, y con demasiada frecuencia olvida las lecciones que le da la historia y la
memoria social-comunitaria. Muchas decisiones políticas y gerenciales son tomadas sin visión
estratégica, quiero decir, padecen del “cortoplacismo” propio de quien calcula primero cómo
satisfacer su apetito hoy, sacrificando las oportunidades de sus propios descendientes; del
que aprecia la renta individual por encima del bienestar colectivo, y del que ignora los
principios de equidad y sostenibilidad, en aras de una riqueza pronta y espuria.
En el mejor de los casos, el político o el gerente dan tanta importancia a lo urgente, que
olvidan lo importante y terminan a menudo colocando parches en alguna estructura
deficiente, antes que emprender renovaciones de mayor profundidad y visión estratégica. El
afán de retener y adquirir votos para la siguiente feria electoral, o de capturar y retener
nuevas cuotas de mercado, son el motor de muchas decisiones cuyas consecuencias luego
sufre la sociedad en su sentido mas amplio, en un marco de tiempo y espacio que nunca es
considerado o previsto por los decidores involucrados.
En el nuevo entorno mundializado, el individuo productor-consumidor, contribuyente y
elector, debe recuperar la palabra. En una aldea global dominada por los paradigmas de la
democracia electoral y el libre mercado, el rol de los ciudadanos, tanto miembros de los
sectores mas evolucionados culturalmente como de los sectores marginados y desprotegidos,
debe ser ahora mas relevante que nunca. La sociedad moderna está desarrollando, en medio
de grandes dificultades, los espacios para que esta incidencia sea efectiva y permanente,
equilibrando la balanza entre el “cortoplacismo” insostenible, y la visión holística del mundo y
del progreso humano. Obviamente, la misión de los activistas y gestores del desarrollo
sostenible es apoyar este esfuerzo.
6. A manera de conclusión
Se puede decir que la incidencia ciudadana en las decisiones públicas y privadas que afectan
nuestra calidad de vida y nuestro entorno, deben potenciarse por todos los medios posibles.
Los tomadores de decisión, en caso de que no representaren genuinamente a los
constituyentes de su misión o mandato (sean estos clientes o votantes), deben al menos ser
permeables a su influencia, opinión y criterio. Únicamente logrando la realización de
decisiones mas inteligentes, mejor informadas, y más consensuadas, una verdadera
democracia equitativa y un mercado sostenible son posibles.