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mexicana puede ser particularmente extensa, la vocal precedente 
puede presentarse con una variedad de formas, desde la relajación: 
[tód

o

s] hasta la elisión [tód-s]. O simplemente, al final de la frase, 

la vocal puede presentar las mismas características: relajación 
[tód

o

] o elisión [tod]. La cuestión se hace mucho más clara con 

el ejemplo de la palabra “pues”, que, en el habla de México, tiene 
el mismo recorrido, desde la relajación [p

ue

s] hasta la elisión [p’s]. 

Habría que formular la hipótesis, no demostrada, de que la misma 
situación se da en el altiplano guatemalteco. De ser así, pero hay 
que advertir que estamos en el terreno de las hipótesis, el oído 
ladino percibe como “e”, o sustituye mentalmente con la “e”, lo que 
es un debilitamiento vocálico o una ausencia de la vocal. De ese 
modo, la lista de palabras enumeradas por Asturias, no debería 
llevar la “e”, sino simplemente debilitar la vocal correspondiente. 
La conclusión provisoria es que no se trata de la mímesis del 
habla indígena, sino de una invención de esa habla por parte de 
hablantes ladinos. En otras palabras, los mayas de Guatemala no 
hablan como los “indios” de los chistes ladinos. El habla de esos 
chistes es una deformación deliberada y burlesca, otro índice del 
racismo guatemalteco.

Vayamos a Hombres de maíz, la obra de Asturias que la crítica 
reconoce como indigenista por excelencia. Examinemos, en 
primer lugar, una muestra del habla ladina, que nos servirá para 
compararla con el habla indígena que aparecerá después. El 
Coronel Chalo Godoy, al llegar a Pisigüilito, es recibido por una 
comisión de marimbistas que ilustran su programa musical:

—Y ya que lo brusqueamos, mi coronel –dijo el que hablaba–, 
juiceye el programa: “Mucha mostaza” primera pieza de la primera 
parte; “Cerveza negra”, segunda pieza de la primera parte; “Murió 
criatura”, tercera pieza...

—¿Y la segunda parte? –cortó el coronel Godoy en seco.