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Lo que me interesa señalar, en los ejemplos citados, es que no 
se trata de interferencias de la lengua indígena sobre el español. 
Como hemos visto, en todos los casos, excepto la acepción de 
“chupar” y el error de “poneré”, se trata de vocablos registrados 
en la Península Ibérica, en algunos casos como vulgarismos, 
en otros como arcaísmos, y en otros como todavía vigentes. 
Debe subrayarse el poder de la ficción: contrabandear como 
indigenismos o interferencias de los idiomas indígenas lo que es 
puro idioma castellano. Más aún, nótese que son todos problemas 
léxicos, no fonéticos, sector en donde incidiría más la diferencia.

Por eso cobra importancia el habla indígena imitada por Asturias 
en El señor presidente. El hablante en cuestión posee una sintaxis 
impecable, incluso por el uso del hipérbaton que es propio de 
cualquier hablante del español. Igual, morfología y léxico, con 
excepción del indigenismo “tatita”, proveniente del vocativo de 
las lenguas mayenses “taat”, “padre”, “señor”

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. En donde Asturias 

pone énfasis es en la fonética, por el simple recurso de sustituir 
la vocal final de algunas palabras con la vocal “e”. Así: “oficio” 

 

“oficie”; “dueño” 

 “dueñe”; “terrenito” 

 “terrenite”; “ocho” 

 

oche”; “hijos” 

 “hijes”; “era” 

 “ere”; “honrado” 

 “honrade”. Este 

fácil recurso es utilizado por los ladinos, cuando, ya en confianza, 
imitan burlonamente el habla de los mayas guatemaltecos. 

En realidad, los lingüistas hablan de “vocales caedizas” o de 
“debilitamiento vocálico extremo”

71

 (Vaquero, 14-15) cuando se 

refieren al habla española del altiplano mexicano, fuertemente 
influido por el náhuatl. Partiendo de la constatación de que la “s” 

70

 El DRAE (2001) lo recoge como americanismo, en su doble acepción de ‘padre’ y ‘señor’. Tal 

acepción le atribuye a ‘taat’ el Diccionario K’ichè (Proyecto Lingüístico Francisco Marroquín, 
Guatemala, 1996, 378) e idéntica definición da el Diccionario Mam de Ixtahuacán al español 
(Proyecto Lingüístico Francisco Marroquín, Guatemala, 1986), 323.

71

 J.M. Lope Blanch, “En torno a las vocales caedizas del español mejicano”, NRFH, XVII, 

1-19, cit. por María Vaquero de Ramírez, El español de América I. Pronunciación. Madrid, 
Arco Libros, 1998, 14-15. Lope Blanch cita 4 casos: vocal relajada, vocal debilitada, vocal 
indiferenciada y vocal elidida.