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“El Volcan cierra el circulo de las montañas que rodean el valle. 
Esta rueda de montañas es la roscas de San Blas que la luna unta 
de piel blanca”.

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Esta descripción tiene un eco muy claro en los párrafos que 
cierran el “Guatemala” de las Leyendas: “Ya son verdad las casitas 
blancas sorprendidas desde la montaña como juguetes de 
nacimiento. Me llena de orgullo el gesto humano de sus muros 
(…)”, y la alusión más clara en la descripción de la ciudad: “Sus 
montañas inacabables que al rededor de la ciudad forman la 
Rosca de San Blas.”

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La distancia entre estos dos textos estriba en que en el borrador no 
aparece referencia alguna a las “ciudades enterradas” que marcan 
la trayectoria de las Leyendas. El “no saber que hacer” del borrador 
nos recuerda de nuevo a la confusión que siente el narrador, el 
vacío ante el espacio moderno al que se enfrenta, un espacio 
irresuelto pero arropador, donde la ausencia de lo femenino no 
causa desesperanza sino expectación: “ya habrá una abuela, ya 
habrá una novia”. 

Tanto en “Guatemala” como en “Ahora que me acuerdo” el 
encuentro con los viejos dueños de la tienda tiene un significado 
simbólico importante como representación del sujeto popular 
histórico: como señala Morales: “articulan sus identidades a 
partir de la tradición oral”, y “viven la tradición cultural como 
cotidianeidad y con los que, veremos, [el narrador] se identifica.”

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Esta identificación con la tradición oral también aparece en el 
espacio burgués en otro de los textos del acervo, y contrasta 
entonces con la idea de que el rescate de la oralidad es fundamental 
en la construcción de la identidad nacional que postula Asturias 

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 DSC02964.

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 Cuentos y leyendas, 14. 

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 Cuentos y leyendas, n.o 1, 119.