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(…) audaz, amenaza para moral pública que desabrocha a las 
personas en la calle y que los nativos llaman El desabotadonador. 
A este azote de dos lenguas debe la ciudad su aspecto de cofradía 
de viejas devotas cargadas de candados en lugar de escapularios 
(en época de materialismo, el candado sustituye al escapulario); 
que sus habitantes usen mucha ropa interior y algunos hayan 
perdido la vergüenza; que en los libros de misa figuren oraciones 
contra el somatón de puerta (…) y que en boca de gentes 
despreocupada, corran historias picariles, originales y sabrosas, 
de prójimos a quienes El desabotonador dejó en el llamativo viaje 
de Adan y Eva, cuando tal vez cortejaban a una dama o venían 
acompañando un cadáver.

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De las varias notas en las que se referencia esta tierra de los 
Alcaravanes o Alcarabanes, según la versión, el inicio se desarrolla 
en un tono costumbrista, de modo similar al texto inicial de 
“Guatemala”, aunque aquí el espacio de la modernidad sustituye 
al rural de la carreta: 

Un ferrocarril de cajas de fósforos, tan pequeñito es, baja a la 
ciudad todas las tardes cargado de bultos olorosos como países 
extranjeros, acaso huelen a las tiendas de ultramarinos; de sacos 
de correspondencia llenos de cartas azules; de moscas y viajeros 
emigrantes que abrochan sus gabanes oteando por las ventanillas 
los dominios del desabotonador y oyendo en taz de la distancia, 
los puertazos de la ciudad, multiplicados en los ecos, cono si los 
que construyeron el ferrocarril, martillaran un camino de hierro 
rojo hacia el crepúsculo. […] Este mismo tren se irá mañana, muy 
lavadito, muy temprano. Tren que acarrea migas para los pájaros, 
su mecha blanca deja a las casas soñando en viajes o viajando en 

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 Carpeta 3C2C, DSC02956. Todas las numeraciones posteriores corresponden al número 

de las imágenes en la carpeta 3C2C del Acervo. En todas las citas se ha respetado la 
ortografía y puntuación del texto original, incluyendo gazapos y erratas. Por lo general no 
se incluyen ni mencionan borraduras, tachaduras, o las pocas correcciones manuscritas 
que incluían en los originales a menos que se consideren significantes para nuestra lectura.