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de una serie de motivos y procedimientos literarios del Popol 
Vuh
 y otros textos análogos; la segunda, por la representación 
fragmentaria del universo plástico de los mayas antiguos 
[mediante el uso de las ilustraciones que aparecen en la primera 
edición de la obra]; la tercera, finalmente, metanarrativa y 
antropológica, ofrece una serie de claves para la lectura del texto.

29

La ausencia de estos elementos en los borradores, por tanto, 
posibilita atisbar algunos de los significados de esta incorporación, 
y por ende a los motivos de esa inclusión, así como, obviamente, 
a la manera en la que contribuyen a la construcción del universo 
asturiano. 

Establecer la fecha de autoría de los borradores es una labor 
compleja. Algunos de los textos cuadran en su estilo con los 
que aparecen en el primer apéndice de los Cuentos y leyendas 
de Archivos, “Otros textos de los años parisinos (1924-1933)”, 
especialmente los catalogados como “Cuatro relatos publicados 
en El Imparcial” en las páginas 384-389. Tanto el estilo como el 
vocabulario de los borradores, por su uso de vocabulario y algunas 
temáticas, parecen corresponderse más con el primero de los 
cuentos, “La cascada”, que apareció en el diario guatemalteco el 
28 de marzo de 1925. Entre las crónicas que Asturias escribe desde 
París para el diario El Imparcial durante su primera estadía, Bernabé 
señala los “ejercicios de índole predominantemente narrativa” 
que “son relativamente numerosos durante los dos primeros 
años” (1925 y 1926) y que “merecen ser leídos en la perspectiva 
de una preparación a la escritura de las Leyendas”.

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 En relación a 

estos, el propio Asturias diría en una entrevista en 1971 que estos 
textos “eran cuentos para periódicos; eran más periodismo que 
literatura.”

31

 Las versiones que exploramos son, desde luego, más 

29

 Lienhard, Cuentos y leyendas, 541. 

30

 Bernabé, n.o 13, 470.

31

 Couffon, Novelas y obras de juventud, 12-13.