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sin pecar” [145]; como también resulta claro cuando Giroma es 
despojada de su sexo o cuando ella misma se lo roba a la Mulata, 
lo pone a flotar en un estanque junto con otras partes del cuerpo 
de la Mulata y luego quiere comérselo “como una ostra viva” 
[252].

Otra de las estrategias discursivas recurrentes en Mulata de tal 
es el dinamismo concedido al texto por la alusión a continuas 
transformaciones, que en cierto momento le podrían dar a la novela 
el carácter de narrativa fantástica: los personajes constantemente 
se convierten en enanos o en gigantes, Yumí se transforma en 
puercoespín, el padre Chimalpín en araña, algunos personajes 
cambian de nombre con una frecuencia admirable, otros sufren 
mutilaciones de partes del cuerpo y luego las recuperan, etc., 
aunque esto muy bien podría relacionarse también con ciertos 
aspectos de la tradición indígena, en el Popol Vuh, por ejemplo, este 
tipo de metamorfosis también abunda. En Mulata de tal, algunas 
de estas transformaciones están estrechamente conectadas 
con la visión de la sexualidad como una realidad inestable y 
pluridimensional, me refiero específicamente a aquéllas que 
poseen carácter sexual, como el hermafroditismo que caracteriza 
a la Mulata, por citar un ejemplo, pero sobre todo al momento en 
el que Jerónimo de la Degollación es “poseído” por la Mulata:

"Jerónimo… se sentía cada vez más feminoide, más sodomita, la 
Mulata de Tal alumbraba ya todas sus partes, y mientras en lugar 
de sangre le circulaba por las venas venenosos pelo de mujer, le 
preguntó con la lengua esponjada de gozo, si de chico no había 
pecado contra natura, tratando de perderlo por el camino de los 
engendros monstruosos." [198].

Dentro de la novela, esto se explica de manera más normal:

"Según los demonieros conocedores de íncubos y súcubos, cuando 
la mujer que el demonio mete, introduce en la m asa humana del 
varón es de carne, viene el encoñamiento, y cuando no es carnal,