22

Así la clásica relación amor/muerte es tratada en Mulata de tal de 
una manera insistente, y la misma relación se podría establecer 
a nivel de narratividad: estructura de la novela/fragmentación, 
discurso/destrucción del lenguaje, etc.

En contradicción con los rasgos inicialmente asignados a ella, 
llega un momento en el que la Mulata siente el deseo imperioso 
de tener un hijo con Yumí pero, por supuesto, esto no se cumple. 
Catalina Zabala, por otro lado, es una mujer estéril, aunque 
paradójicamente llega a tener un hijo, claro que en las condiciones 
más inusuales: concibe al hijo de Tazol a través del ombligo y lo da 
a luz como si fuera una ventosidad.

La receta para curar las cicatrices del Padre Chimalpín es “trote de 
hembra o de mula” [271], por lo que el Sacristán va en busca de 
una doncella con salpullido y cuando quiere acostarse con ella se 
da cuenta horrorizado de que se ha acostado con un serpiente 
[282]. Todo esto se describe casi como una alucinación, con un 
lenguaje de ritmos acelerados que refleja los alterados deseos del 
sacristán y el desarrollo total de la novela que, a esas alturas, ya va 
alcanzando su clímax.

Y a esta lista debería agregársele la importancia que se le da a 
otras manifestaciones no tradicionales de la sexualidad, como 
sería el sadomasoquismo, especialmente en la primera parte 
de la novela, cuando la mulata es presentada como la dueña y 
señora de la línea argumental

13

, y que luego se repite cuando 

ésta “se casa” con Yumí, convertido ahora en puercoespín, y aquí 
de nuevo vale la pena copiar un largo fragmento, pues sólo así 
podemos observar que la manera en la que se elabora el lenguaje 
va dándole al discurso una intensidad acorde con lo narrado:

13

 De hecho, llama la atención que a lo largo de toda la novela sea la interacción entre los 

personajes femeninos lo que va definiendo los cambios en el desarrollo argumental.