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sea un sujeto letrado, formado en la cultura occidental, sin 
ascendencia indígena comprobable (a pesar de su famoso perfil 
exótico para los europeos), quien lo haya producido, el texto 
crea en su representación ficcional un espacio más cercano a la 
realidad de su país natal, donde un grupo cultural, rico y complejo 
en sus tradiciones, cuantitativamente mayoritario en el país, 
todavía – casi setenta años más tarde, guerras y premio Nobel 
de la Paz de por medio– sigue siendo socialmente marginado. 
Al convenir textualmente esta problemática, Hombres de maíz 
integra uno de los ejemplos más logrados –si no el mejor– del 
proceso de transformación y renovación de núcleos de sentido 
en la literatura latinoamericana de mediados del siglo XX. Dicho 
proceso impide el establecimiento de juicios, rótulos, fronteras 
limitadoras e inamovibles, y da forma a un sistema literario con 
particularidades tan complejas como la cultura heterogénea en la 
que se gesta y a la cual, de una u otra forma, el texto representa.