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conflicto entre cosmovisiones desde la Conquista hasta la fecha.
La novela tampoco ofrece soluciones, pero sí deja sembrado el
terreno sobre la necesidad de buscarlas
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. En este sentido, por
el contrario, habría que preguntarse si los materiales que dan
forma a la novela, como el maíz al hombre, no conducen acaso
a una representación más realista que mágica de los problemas
identitarios, e incluso premonitoria de la tragedia que vendría por
el racismo y la negación de esas partes crucialmente constitutivas.
En suma, a través de esta novela, Miguel Ángel Asturias se hace
acreedor de la imagen que él mismo construyera: aunque “ladino”,
el escritor se autorretrata y posiciona figurativamente, con empatía,
como “El gran lengua” (Asturias, 1961), como imagen del poeta
que representa y “protege” a su pueblo, recurriendo para ello al
mundo mítico mesoamericano que, como bien lo demuestra, no
le es ajeno. A pesar de la oscuridad que por momentos imprime el
lenguaje poético letrado a las palabras míticas –originalmente de
naturaleza oral– los materiales indígenas adquieren trascendencia
y visibilidad. Más allá de todas las lecturas simbólicas que puedan
hacerse y de las objeciones respecto de la legitimidad de que
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Arturo Arias, al analizar lenguaje e ideología en la novela, sostiene que a través de
ella Asturias “logra resolver (…) la contradicción entre los mundos ladino e indígena
que están en la base misma de la ideología del autor” y aclara luego que éstas serían
“soluciones ladinas para un ‘problema indígena’” a la vez que mostrarían “el reconocimiento
y reafirmación del mundo maya como esencia del ‘alma nacional’…” (Arias, 1992, p. 563).
No estoy de acuerdo con esta interpretación de la novela como el despliegue de una
solución, o como aislando lo indígena como “el” elemento problemático. Por el contrario,
creo que una de las pautas más interesantes que introduce Hombres de maíz es que
precisamente expone el problema de la articulación de las diferencias (como señala
Morales, 2001) entre los grupos que coexisten en un territorio con visiones enfrentadas. Sí
coincido con Arias –como este trabajo una vez más lo confirma– en la importancia de leer
la novela con un énfasis en lo ideológico, así como en entender que a través de este texto
“Asturias introduce un nuevo sentido de identidad y, simbólicamente, un nuevo orden
social que altera los valores fundamentales en los cuales se basa la sociedad guatemalteca
tradicional” (Arias, 1992, p. 567). Sin embargo, como bien lo aclara el crítico, esto sucede
“simbólicamente” y es un planteo que queda abierto, sin solución, como un problema a
pensar, sobre todo si nos situamos en esa brecha entre último episodio y epílogo.