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gobierna un orden natural que en definitiva decide incluso sobre
ellos. Esto puede observarse fácilmente en el proceso de creación
de los humanos que resulta de varios intentos fallidos hasta
el hallazgo de la materia apropiada, el maíz (Popol Vuh, 1973,
pp. 88-89). Hay dos cuestiones a observar en ello: por un lado, el
carácter colectivo del acto de creación, y, por otro, la dependencia
del orden natural al que pertenece la materia prima.
Como sustancia única, el maíz deviene en sagrado, elemento
de veneración que se convierte en deidad. Por lo tanto, se
deduce la prohibición de lucrar con él como ley a la que se llega
colectivamente. De ahí que, como se observa en el final del texto
sagrado (Popol Vuh, 1973, p. 146), la llegada de los españoles
introduce un periodo oscuro y de desorden no solo por el abuso
de los conquistadores y la imposición de religión, costumbres,
lenguaje, sino por esta violación de la ley superior al pasarse de
una concepción de economía sustentable basada en el respeto
y veneración del maíz, a otra radicalmente opuesta en términos
ideológicos, puesto que en el orden occidental, moderno y
capitalista, es la productividad y la mercancía lo que priman por
sobre la vida humana tanto como sobre los elementos del orden
natural que la sustentan. Este enfrentamiento atraviesa toda la
novela y da cohesión a la trama, haciéndose patente en algunas
partes casi como glosa del Popol Vuh:
Al cuarto día, al voltear el sol hacia Poniente, los brujos anuncian
que no son hombres de madera, que no son muñecos de los
bosques, y les dan paso a la tierra llana, donde les espera en todas
las formas el maíz, en las carnes de sus hijos que son de maíz;
en la huesa de sus mujeres, maíz remojado para el contento…
(Asturias, 1992, p. 218)
En el episodio “Correo-Coyote” al que pertenece esta cita la
formulación de la ley acerca del maíz y el enfrentamiento con su