159

definición surgida como acto reflexivo, desde la mujer en torno 
a sí misma. Al final de la obra Fanto es quien define el eterno 
femenino de la siguiente manera:

F

anto

 (cortando la risa de Fanta, le sale al paso) –¡Fanta… oh, el 

eterno femenino… Fanta… sía…! (p. 790)

Sin embargo, de nuevo Miguel Ángel Asturias acude a la 
autoflagelación de la imagen masculina, procedimiento ligado sin 
duda a la indeterminación de sus personajes; así dice Fanta al final 
de la obra, rompiendo esa tensión paralela a la que nos referimos 
anteriormente pero que la condena a la desaparición:

F

anta

 (sin dejar de reír, señalando hacia Fanto) –¡Fanto… oh, el 

eterno masculino… Fanto…che!
[…]
Fanta palidece y se desploma. Una serpiente sube por la 
capotera
 (pp. 790-791).

Miguel Ángel Asturias, con esta pieza dramática, logra poner en 
tensión uno de los temas que en el momento de la escritura de 
este trabajo resulta ser para el contexto guatemalteco uno de los 
más polémicos. Los cambios políticos, sociales y económicos en el 
país y las nuevas tendencias globalizadoras de la cultura vienen 
a desenmascarar y a violentar los antiguos prejuicios acerca de la 
diferencia de géneros y las jerarquías de poder entre hombres y 
mujeres, principalmente dentro de la relación de pareja, a partir de 
la inserción de las mujeres en los diferentes renglones de la cultura.

La lectura elaborada de esta pieza asturiana también nos induce 
a pensar que el autor, por otro lado, pone en tela de juicio las 
unidades hombre/mujer, aun y a pesar de las condiciones de 
desigualdad de los discursos

150

, ya que invierte los roles de víctima/

150

 Ya vimos cómo la crítica feminista tiene elaborado todo un cuestionamiento acerca de 

la manera como el lenguaje participa en la construcción del género.