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hasta el final de la pieza, cuando percibamos la alegorización y 
simbolización de los nombres de los personajes y su resultante 
como cierre o desenlace.

Esta obra también posee otro rasgo central del teatro del 
absurdo latinoamericano, cuya estructura parece ser circular en 
el tratamiento repetitivo del motivo central, que intensificará las 
actitudes de los protagonistas, determinando, como ya explicamos, 
la ambigüedad de la intriga y la discontinuidad de la acción.

La idea del tiempo intranscurrible es uno más de los elementos que 
unen esta obra con otras del absurdo latinoamericano, pensemos 
por ejemplo en El desatino (1965) de Jorge Díaz. En nuestro caso, 
la historia de Asturias parece no avanzar, estar detenida en el 
sufrimiento y las lucubraciones de los protagonistas:

El primer paso, pasar la marcha de todos los relojes del mundo. Gozar 
de la existencia, sin la tiranía de los cronómetros, de las horas, los 
minutos, los segundos…

Se decide… hay que empezar alguna vez la vida son tic-tac…

Alarga el brazo rígido y con la mano horriblemente blanca de 
maniquiquí, detiene el péndulo
 (pp. 766).

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posibles acerca de la anécdota de la decapitación de los Zacatón; una de las relaciones 
que Martin encuentra es precisamente la alusión popolvúhica. Para este análisis, además 
de la asociación con el Popol Vuh, el otro dato interesante y que explica la conexión que 
hacemos con la anécdota de Chalchiuhnenetzin, esposa de Nezahualpilli, es el hecho que 
entre los aztecas, la decapitación fue una de las formas más usadas de sacrificio. En la 
pieza teatral los sombreros vienen a simbolizar esos sacrificios, pues al final, cuando caen 
los sombreros de la capotera, detrás caen las cabezas de los sacrificados, lo que vendría 
a relacionar la leyenda de la reina Chalchiuhnenetzin con la del personaje femenino en 
esta obra dramática de Asturias. Gerald Martin en Hombres de maíz, Madrid, ALLCA XX,  
Col. Archivos, 1992, p. 323.

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 Miguel Ángel Asturias. Teatro. Lucrecia Méndez de Penedo, Ed. Madrid: ALLCA XX, 2003. 

Todas las citas de Amores sin cabeza se tomarán de esta edición.