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interidentitariedad de su sujeto no implica una (otra) ilusoria
identidad segura, compacta e inamovible, otro esencialismo, sino
la posibilidad de articular una (otra) tensión superior.
Plantear la interetnicidad, la interculturalidad, la interidentitariedad
y la democracia radical de un sujeto posible y deseable es plantear
no un punto de equilibrio, sino otro punto de tensión situado
en una vuelta más arriba en la espiral del tiempo y el espacio.
Es plantear un nuevo sujeto enfrentado (en su interetnicidad,
interculturalidad e interindentitariedad) con otros sujetos
en iguales condiciones de metamorfosis, de transfiguración
y transubstanciación en un orden mundial que a su vez se
redefine en condiciones injustamente desfavorables para unos e
injustamente favorables para otros.
El reducto de la nación, con todos sus inconvenientes, es el
reducto posible para la reproducción de este nuevo sujeto. Una
nación intercultural, interétnica, popular y democrática. Por eso
Mulata de Tal, como alegoría nacional, es un texto del futuro que
ofrece la posibilidad de un sujeto utópico como objeto de deseo
político y, posteriormente, como objeto de deseo espiritual.