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Por eso dice Prieto (p. 226): “Es más, es interesante notar que él
[Asturias] se refiere constantemente a las dos principales culturas
que constituyen el espinazo cultural de su país, sin concentrarse
nunca en el material indígena. En cambio, este material es filtrado
a través de, y combinado con, la cultura europea, la cual es parte
constitutiva de los hombres de maíz de hoy, sujetos y objetos de
su alegoría.
Esta filtración y combinación se la explica Prieto en términos
psicoanalíticos como una salida psicótica, como un “discurso
esquizofrénico” (p. 231), el cual da cuenta de la disglosia y la
hibridación por medio de neologismos, onomatopeyas, la lógica
carnavalesca que invierte el universo simbólico hegemónico, la
imaginería surrealista tan ligada a la disolución del ego y a las
figuras destructivas y autodestructivas, la escritura automática
y, finalmente, la esoteria.
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Por todo, y siguiendo el precepto
esotérico de que el renacimiento pasa por la muerte, hay que
agregar que, para Asturias, el guatemalteco actual (constituido
por polaridades irreconciliables) debe ser destruido, junto con
el país que origina, para dar lugar a una nueva síntesis, superior,
que solo puede ubicarse en el plano espiritual, emblematizado
por el coro de niños que cierra la novela. Por eso concluye Prieto
(p. 237): “Aquí está, entonces, Asturias, a los 64 años, buscando
un camino espiritual que pueda señalar el camino para reformar
a un mundo enfermo”.
Para Asturias, hay que destruir el capitalismo, la sociedad
actual, Guatemala, al guatemalteco, y sobre esta destrucción
apocalíptica, dejar emerger un sujeto distinto, identificado con
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“Your lottery dollar breaks down like this: about 50% goes back in payoffs, 40% goes to
the Common School Fund, 5 percent goes to the commissions for lottery vendors, and 5%
goes to operating the lottery. The transfer to the school fund in 1994 was $ 552,111,416.
Of course, it’s something of an accounting fiction to say that the lottery made half a billion
dollars for the school fund, if the money hadn’t come from the lottery it would have to
come from somewhere else in the tax structure. A more accurate way to put it might be
to say that the lottery saved local property owners half a billion dollars” (Phillips, p. 237).