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tuvieron una presencia determinante. Además considera a nivel
de hipótesis que la obra es sensible de comprenderse como la
culminación de una preocupación constante que viene desde
las leyendas, cuyo erotismo posee un fuerte carácter poético,
inseparable del aspecto mágico de los relatos. Para esta crítica
el libro va más allá de los significados puramente referenciales.
Revisando los posibles niveles simbólicos considera que la obra
estaría trabajando el choque entre las fuerzas cristianas y las
fuerzas paganas del mal. Por eso considera que la novela es posible
estudiarla en función de su fuerte carácter simbólico, sobre todo
porque Asturias entra a desacralizar y desmitificar aspectos de la
realidad, que son comprendidos solo a este nivel.
Para Mario Roberto Morales el hecho de que la leyenda de
Mulata de Tal se establezca cuando un hombre hace un pacto
con el diablo, intercambiando a su mujer por riquezas, posición
y reconocimiento social, se constituye en uno de los ejes
ideológicos alrededor del cual se articula lo que él denomina el
“construccionismo identitario asturiano” y a partir de donde se
produce la hibridación y el mestizaje interculturales. Y quizás
por esto, al fabular mitos, leyendas e historias orales americanas,
dentro de un contexto poblado de tradiciones europeas, su
intención fuera la de provocar un fenómeno llamado en su
ensayo como “intermestizar”. En su propuesta crítica, Morales
observa esta obra como la continuación del mural iniciado por
Asturias con Leyendas de Guatemala como una primera visión
lírica del mestizaje cultural, para luego desarrollarlo más a
fondo en Hombres de maíz, siempre pensando en el mestizaje
identitario, pero como identidad nacional. Le parece que hay una
tensión entre modernidad y premodernidad y que sus situaciones
narrativas, como sus contradicciones, brotan de allí, y por eso
traza críticamente ese camino entre Leyendas y Hombres de maíz,
asumiendo que es la misma génesis para Mulata de Tal.