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—¿Cerramos el trato? —indagó Tazol, el alma de los hombres es
tan cambiante.
—Lo cerramos —decidió Yumí—, pero, ¿cómo haré para
entregártela?
—Nada de complicaciones con autoridades. Lo que nos vale es
que sus amores son muy secretos con el ricacho ése. ¡Ah, pero
no tengas cuidado, tú vas a ser diez, veinte, cien veces más rico
que él!
—Explícame lo que debo hacer, ya sabes, Tazol, que soy de pocos
alcances. Si para el trabajo material soy duro, durísimo, puedo
sacar veinte tareas al día, para lo de las entendederas no nací. Me
cuesta comprender las cosas. Las palabras siempre están fuera de
mi entender, aunque las oiga, pues me faltan estudios...
—Y te sobra pereza mental, pues eres una luz exponiendo...
—Los pobres procuramos no pensar...
—Bueno, pues al amanecer rico, como te despertarás uno de
estos días, todos afirmarán que entiendes de todo, de finanzas,
política, religión, elocuencia, técnica, poesía, y se te consultará...
—Por el hecho de ser rico, no porque sepa...
—Sencillamente... (
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El acceso no solo al dinero sino al capital por medios capitalistas
“mágicos”, es decir, convirtiendo un valor de uso patriarcal-
campesino (la mujer) en valor de cambio (mercancía) no solamente
posibilita el ingreso del campesino en el mundo vedado del
consumo y la ostentación capitalistas, sino también la evasión
de las “complicaciones con autoridades” y el ingreso automático
en la “ciudad letrada” (finanzas, política, religión, elocuencia,
técnica, poesía), aunque todos estos arribos sean “falsos” por
constituir brincos evasores que burlan los mecanismos del
sistema, establecidos para alcanzarlos y afianzarlos con esfuerzo,