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de uso)

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. Esta contradicción que, como dice Taussig, puede 

aplicarse a cierto momento histórico en todas las sociedades, es 
la que articula el conflicto entre los maiceros y los campesinos en 
Hombres de maíz aunque, en el caso específico de Guatemala, el 
maíz nunca haya sido un producto en disputa entre capitalistas 
terratenientes y campesinos indígenas, por lo que, en este libro, el 
conflicto es del todo un mecanismo ficcional y no una referencia 
histórica, el cual usa nuestro autor para hacer arrancar su historia. 
La productividad de esta contradicción para la literatura no 
escapa la atención de Taussig y, al mencionar la obra de Asturias y 
García Márquez reflexiona en que, en las circunstancias en las que 
ambos escritores sitúan sus historias, “la magia de la producción y 
la producción de la magia son inseparables...” (21, traducción mía).

Como se sabe, la economía campesina implica el control de 
los medios de producción y el uso del dinero como dinero, no 
como capital para producir más dinero y más capital. Por su 
parte, las relaciones capitalistas de producción implican que 
los campesinos, al ser “liberados” de sus propiedades para que 
vendan su fuerza de trabajo en el mercado laboral, pierdan el 
control sobre los medios de producción con los que realizan su 
trabajo, y que su dinero-salario se agote periódicamente en el 
circuito de circulación de las mercancías, las cuales, ya separadas 
de sus productores y convertidas en valores de cambio, adquieren 
–a los ojos del consumidor– un (ilusorio) valor en sí mismas, 
perdiéndose de vista el hecho de que su verdadero valor proviene 
del tiempo de trabajo invertido en su producción por quienes 
luego las consumen. La mercancía, al recibir como suyo un valor 
intrínseco que no tiene, se fetichiza, se vuelve mágica, y las 
personas comienzan a relacionarse entre sí gracias a su mediación 
obligada en el espacio del mercado, relación que se rige por una 
ética derivada de la producción y consumo de valores de cambio. 
Todo este proceso hace que también se pierda de vista el hecho 

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 Ver, Morales. La articulación, capítulo 2.