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nos abre una de las rendijas por donde se cuela información que 
no se tiene en el país, sobre la figura y la obra de Asturias. 

El ensayo de Dante Liano, por su lado, aborda una serie de 
reflexiones sobre la reconstrucción de voces subalternas en las 
obras latinoamericanas. Parte del hecho de que las literaturas de 
la primera mitad del siglo XX definieron voces desde un registro 
llamado, en su momento, indigenista. A través de una serie de 
paralelismos con otros autores del mismo periodo en que Asturias 
escribe y publica sus obras, el crítico va definiendo las similitudes 
y diferencias en las hablas de los personajes asturianos, en 
oposición y relación con otros autores del mismo momento. De 
forma erudita y con una fuerte base filológica nos explica el perfil 
que asumen en las obras de Asturias las voces y las hablas de los 
personajes mayas. Al final de la lectura entendemos que Asturias 
recreó y atribuyó a sus personajes de origen indígena, una forma 
más cercana a la dicción maya contemporánea, luego de los siglos 
de opresión lingüística a la que se vieron sujetos los hablantes de 
las comunidades. 

Guillermina Walas aborda las formas en que Asturias se nutre 
de mitos, leyendas y crónicas en su Hombres de maíz, que según 
sabemos era su novela favorita. De forma muy clara señala que 
la novela se alimenta de la tradición oral en conjunción con las 
creencias indígenas que continúan vivas en la actualidad. Aborda 
el tema de la centralidad mítica del maíz y el nahualismo. Al 
mismo tiempo la forma en que Asturias construye nuevos mitos 
respecto a las mujeres o tecunas que huyen del peligro. Le parece 
además que el tema del hijo es un hilo que no se rompe a lo 
largo de toda la novela y que se entrecruza con la historia de las 
tecunas. Como conclusión le parece que Hombres de maíz es uno 
de los ejemplos más logrados del proceso de transformación y 
renovación de núcleos de sentido en la literatura latinoamericana 
de mediados del siglo XX.