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esa juventud guatemalteca, realizada desde una perspectiva de 
madurez ideológica y estética. La novela fluctúa entre dos polos: 
el lúdico y el luctuoso, en ritual sincrónico pagano-religioso. Con 
Viernes de Dolores Miguel Ángel Asturias asume el oficio de escritor 
como él lo concebía: como un compromiso. Con la tensión y 
atención que implica una relectura crítica de los acontecimientos 
históricos. Pero asimismo, con impecable y original fluidez en el 
manejo del discurso narrativo y sus estrategias.