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Pero este registro también opera para describir con tonos 
tremendistas, escenas como el abismo de la embriaguez:

"Al oírse llamar voluntarios, alzaron las cabezas entreabriendo 
los párpados sobre los nuégados blancos de las córneas, sin 
encontrarse las pupilas." [11].

Tampoco faltan antítesis en el barroco asturiano: “Este se hace el 
muerto entre los vivos y el vivo entre los muertos” [56].

Algunos de los recursos utilizados por Asturias, apenas 
esbozados y otros que escapan al límite de este estudio- 
convergen para acentuar un rasgo de estilo sostenido en su 
obra: el neobarroquismo. El uso del contraste, deformaciones, 
exageraciones, reiteraciones, claroscuros, transmite con eficacia 
una visión contradictoria y en constante crisis.

Merece una mención aparte –y también se inscribe dentro del 
rasgo neobarroquizante– el uso del humor en la obra. Asturias 
maneja con soltura el típico humor guatemalteco, es decir negro y 
sombrío, que ha servido de secular válvula de escape a la tensión 
social. Ya escritores del siglo XIX como José Batres Montúfar y 
María Josefa García Granados u otros más recientes como Augusto 
Monterroso, Manuel José Arce y Dante Liano han cultivado este 
filón con estilos muy diferentes entre sí, pero expresando la común 
frustración que se encauza bajo la burla incisiva y sarcástica. En 
algunos casos el desencanto linda con el cinismo.

VI.

Existe una estrecha interrelación y correspondencia entre los 
diferentes elementos estructurales que conforman la novela y su 
significado. Viernes de Dolores con su diseño circular de muerte-
muerte ofrece la Pasión y Muerte –sin Resurrección a la vista– 
de una vida tragicómica y sainetesca, plagada de absurdos y 
contradicciones percibidas como irresolubles e inmodificables por