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La Pasión y Muerte son experimentadas metafóricamente por los
personajes a través de la muerte en sí mismos de lo más íntimo
e importante: sus ilusiones, ideales, sentimientos, frustrados
brutalmente por una sociedad de estructuras escleróticas con
poco espacio para la acción y el cambio. No hay Resurrección.
Un motivo fundamental tomado del código bíblico es el de Judas
que aparece bajo diferentes versiones y modalidades, además
de Ricardo. Estrechamente relacionado con ese motivo, el autor
inserta una tradición popular guatemalteca: la quema callejera
de efigies de Judas por el pueblo el Sábado Santo o Sábado de
Gloria, como se le conocía anteriormente. Esta quema constituye
la culminación de la catarsis colectiva: de manera simbólica el
pueblo venga y “purifica” la enrarecida atmósfera de opresión, a la
par del fuego nuevo que se enciende ese día en las iglesias. En la
novela, además de la quema y despedazamiento del muñeco que
representa al tío Ramón, la acción se amplifica con el linchamiento
colectivo que sufre el Agente 326.
Existe, entonces, una compleja correlación e interrelación entre
los tiempos del calendario festivo, tanto el pagano –el carnaval–
como el religioso –la Semana Santa–. Este peculiar paralelismo
revela una específica carga semántico-ideológica. En efecto, este
paralelismo, como estrategia técnica amplifica y enfatiza el tema
de la traición a través del motivo de Judas.
Si se toman como eje modélico-paradigmático los cuatro días
de mayor significación de la Semana Mayor: jueves, viernes,
sábado santo y domingo de resurrección, puede observarse que
Ricardo atraviesa de manera duplicada o repetitiva una “pasión y
muerte”. Por otro lado, el autor utilizará el recurso de la parodia (lo
imitativo) e inclusive en determinados momentos con una fuerte
dosis de humor avinagrado. La actitud de Asturias no implica
falta de respeto a lo religioso, sino que debe entenderse como
un afortunado recurso literario que imprime un sabor incisivo y