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Mijail Bajtín [987], como celebración popular y humorística de 
muerte y resurrección que opera como desahogo colectivo al 
poner “el mundo al revés”, alternando así el orden social jerárquico 
y los valores establecidos. La desacralización procaz y el exceso 
son permitidos por la máscara y el disfraz. Como una especie de 
retorno temporal al caos primigenio frente al orden impuesto 
por la cultura oficial. La vida y la muerte alternan en un ambiente 
de libertad salpicado por la burla y la blasfemia. El carnaval es 
una fiesta que exalta la vida y el goce corporal. En el imaginario 
colectivo constituye una fiesta identificada por la fertilidad, el 
crecimiento y la abundancia. El carnaval se celebra el martes 
previo al Miércoles de Ceniza, fecha en que da inicio la cuaresma. 
La Iglesia ha tolerado esta fiesta pagana por su función catártica 
previa al período de reflexión y penitencia.

El elemento carnavalesco aparece en la novela a través de diferentes 
modalidades. Resalta, sobre todo, en el desfile bufo –la Huelga de 
Dolores– ritual colectivo y popular, a través de la utilización en 
clave bufa de signos propios del espectáculo: disfraces, máscaras, 
música, escenografías (carrozas y escenas teatrales improvisadas), 
etc. Sin embargo, en la obra lo carnavalesco provoca una risa 
liberadora, pero no regeneradora. Se cae en una actitud auto-
lesionadora y en el sarcasmo sombrío, muy propio del sentido 
del humor guatemalteco. Por otro lado, la Huelga se propone 
la denuncia social inmediata, mientras que el carnaval se critica 
más bien de forma general y menos particularizada. Asimismo, 
no sólo en la Huelga se encuentran escenas carnavalescas, cito 
escenas como la del escabroso juego de antifaces en la cantina “Los 
Angelitos” o la escena de las locas que agreden a los estudiantes 
borrachos. En un sentido más profundo, lo carnavalesco estructura 
el significado de la obra pues está íntimamente relacionado con la 
idea de enmascaramiento, y sabido es que la traición se caracteriza 
por la contradicción entre apariencia y realidad. O en su forma 
más liviana: la hipocresía y falta de autenticidad. Por último, los