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activa de la mujer estudiante. Aunque la actividad estudiantil 
es una calidad circunstancial y a pesar de que muchos de los 
huelgueros no pierden ni la chispa ingeniosa, ni la actitud 
cuestionadora, muchos sepultan esos años de idealismo y se 
convierten en personajes explotadores como los que antaño 
ridiculizaban.

Luis Cardoza y Aragón describe la Huelga que conoció en la 
década del cuarenta, tratando de explicar las raíces históricas 
profundas que la han generado:

"Visto superficialmente es un festejo soez y salvaje, de vulgaridad 
extrema, escenificado en un gran teatro, y más en el desfile 
del Viernes de Dolores, por calles y plazas de la capital, con 
simulacros de fornicaciones, con falsas prostitutas y prostitutos 
pintarrajeados, en fálicos carros alegóricos, todo denotando 
Eros cautivo, y con magnavoces profiriendo injurias, liberándose 
del asedio, de las mordazas, de todo lo reprimido que se arroja 
antes de la Semana de la Pasión de Nuestro Señor. La lectura 
somera de brutal vomitada no descubre sino una imagen 
inexplicable e inconcebible. Cómo interpretar la ostentación de 
tanta pornografía, en lo que extremadamente brusco y directo es 
característico. Hay que conocer, para ello, la historia de Guatemala, 
las urgencias que las congojas manifiestan. La rebeldía se 
trastrueca en frenesí la noche que olvidamos. El ímpetu denuncia 
frustración y rémoras que sacuden a los estudiantes y concretan la 
crueldad de nuestra vida." [Cardoza y Aragón, 1986: 640].

El propio Asturias adopta en la novela una posición sumamente 
cuestionadora frente a lo episódico e intrascendente de la 
crítica goliárdica, en contraste con una deseable acción política 
planificada y sostenida. Un estudiante expresa su recelo: 

"Ni se debe ni se puede hacer mojiganga de la tragedia nacional. 
Esta palabra no me gusta pero la empleo a falta de otra. El que