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Revista Eutopía, año 3, núm. 5, enero-junio 2018, pp. 49-79, ISSN 2617-037X

A manera de conclusión: una vertiente a profundizar son los 

indocumentados como actores políticos y expresión de un disenso

El siguiente cuadro sintetiza esquemáticamente las cuatro corrientes teóricas 
que dan cuenta del enorme volumen de la migración no autorizada en 
Estados Unidos, y el significado de la carencia o conculcación de la legalidad. 
Incluyo las posiciones en que más coinciden o marcan sus diferencias.

En una perspectiva que busque destacar el papel de los indocumentados y 
el significado político de sus acciones, las posiciones de los tres primeros 
enfoques son, en mayor o menor grado, infecundas, porque la demarcación 
de lo legal/ilegal corresponde enteramente al Estado y sus políticas. Las 
políticas laborales –según el Migration Policy Institute– y los tratados 
bilaterales y multilaterales –según Sassen–, son la vía para regular el caos 
actual. De Genova y Chomsky parecen abrir más espacio al protagonismo 
de los inmigrantes. Pero cuando revelan la precedencia de la ilegalización 
sobre la existencia de migrantes, categorizados como indocumentados, 
olvidan que ese es un hecho cronológico. No obstante, una verdad 
longitudinal no es una verdad coyuntural: los indocumentados que ahora 
ingresan saben que su ingreso está prohibido. Asumen la comisión de un 
delito desde el momento en que deciden migrar a los Estados Unidos. Si 
el hecho de hablar de «inmigrantes ilegales» tiene el efecto de naturalizar 
ese estatus y de tomar la ley como algo dado, transhistórico e inmutable

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una historización que ponga énfasis solo en el talante relativo y efímero de 
las leyes, le quita a la transgresión su garra y su carácter de desafío, y corre 
el riesgo de olvidar que la oposición –no siempre confesa, pero siempre 
práctica– de los inmigrantes a ciertas leyes, por medio del desacato, es 
una forma muy eficaz de aportar al amplio debate público y a las luchas 
políticas. Sin embargo, esa lucha ha sido dejada a un lado, quizás porque los 
académicos a veces no distinguimos entre nuestra posición como activistas 
y como analistas. Eso ocurre cuando al negar la validez de un principio –la 
ilegalización, por ejemplo– se desestiman algunas consecuencias de ese 
principio como hecho social, como el desafío que constituye el cruce no 
autorizado. La ilegalización no es solamente producida y productora de 
condiciones en los inmigrantes, sino rebatida y desafiada por los migrantes.

75 De Genova, Working the boundaries, 228.