68
U
niversidad
r
afael
l
andívar
v
icerrectoría
de
i
nvestigación
y
P
royección
Revista Eutopía, año 3, núm. 5, enero-junio 2018, pp. 49-79, ISSN 2617-037X
Coutin postula que las prácticas ilícitas son un paso previo al estatus
migratorio, y que los indocumentados, antes de acceder –y a fin de
poder acceder– a la «legítima» ciudadanía nacional, viven en el dominio
desnacionalizado, extraestatal y/o transnacional de la «ciudadanía
ilegítima»
59
. Es posible que la intuición primigenia de este hallazgo le
llegara a Coutin del sector adverso a las migraciones, pues en otro texto
menciona que los defensores de las medidas que restringen la migración
aducen que los migrantes muestran ilegítimas formas de agencia, por
ejemplo, las mujeres migrantes embarazadas se escurren a través de la
frontera entre Estados Unidos y México para parir hijos con ciudadanía
estadounidense
60
. Coutin le da un signo positivo a esta conducta y reconoce
el papel proactivo de los inmigrantes.
Siguiendo a Coutin y a Soysal, Sassen habla de «ciudadanía informal» y de
«contrato social informal» para referirse al hecho de que los indocumentados
son «no autorizados pero reconocidos»
61
, pues logran legitimar formas
efectivas o extraestatales de pertenencia:
Las prácticas cotidianas de estos inmigrantes indocumentados son, de alguna
forma, prácticas ciudadanas y sus identidades, en tanto que miembros de una
comunidad de residencia, adquieren alguno de los rasgos, de las prácticas y de
las identidades, asociados a la condición de ciudadanía. De hecho, unas prácticas
cívicas adecuadas les hacen merecedores de una plena pertenencia
62
.
También para Sassen, el estatus irregular es un paso previo a la ciudadanía
formal, aunque no menciona que es un paso lleno de prácticas ilegales.
Sassen añade a modo de conclusión:
Lo primero y más importante, desde mi punto de vista, es que asistimos a un
fortalecimiento, incluso a un proceso de constitucionalización, de nuevos derechos
civiles que permiten a los ciudadanos reclamar y exigir a los Estados, reivindicar
nuevas formas de autonomía en la escena política formal. Este proceso puede
contemplarse como una nueva ampliación de la distancia entre el aparato formal
del Estado y la propia institución real de la ciudadanía
63
.
59 ibid., 591.
60 Susan B. Coutin, «Cultural Logics of Belonging and Movement: Transnationalism,
Naturalization, and U.S. Immigration Politics», American Ethnologist, núm. 4 (2003): 517.
61 Saskia Sassen, Contrageografías de la globalización. Género y ciudadanía en los circuitos transfronterizos
(Madrid: Traficantes de Sueños, 2003), 100.
62 ibid.
63 ibid., 106.