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Revista Eutopía, año 3, núm. 5, enero-junio 2018, pp. 49-79, ISSN 2617-037X

modos incompatibles de pensamiento sin reducirlos a lo que Marcuse 
memorablemente llamó unidimensionalidad»

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–, derive en un proletariado 

migrante que es víctima y marioneta de las fuerzas estructurales, con lo cual 
de hecho desplaza todo el protagonismo del proletariado al gran capital. 
En Marx, la dialéctica amo/esclavo implica la sujeción del capital a una 
dinámica que constriñe –y acaba por darle jaque mate a– su señorío. ¿Por 
qué pensar únicamente que los trabajadores son títeres de las fuerzas de 
la globalización y no que toman decisiones para dejar de ser el ejército de 
reserva que el capital nacional necesita confinado en los estrechos límites 
de sus países de origen, y los aún más angostos de los barrios marginales 
y las aldeas rurales?

Sin ninguna certeza absoluta sobre el futuro, pero con una visión más 
matizada sobre el presente, la cuarta respuesta ofrece una visión que 
completa el panorama con la otra media tabla: qué hacen los migrantes y 
otras fuerzas por la inclusión y contra la ilegalización total, qué inclusión 
han logrado y, por consiguiente, en qué situación de desposesión política 
realmente se encuentran los indocumentados.

4. Cuarta respuesta: las ciudadanías pueden ser ejercidas 

parcial, informal, liminal e incluso ilegalmente

Tenemos aquí una serie de respuestas basadas en las diversas formas 
de ciudadanía y membresía nacional, donde la ilegalización no tiene un 
poder de exclusión absoluto. Esta visión puede absorber las tesis de 
Sassen, Chomsky y De Genova. No es incompatible con la inclusión de 
las fuerzas estructurales de los mercados globalizados y otras fuerzas de la 
globalización, y de los procesos de ilegalización; pero su énfasis está puesto 
en cómo se construye la membresía en una sociedad. Sus pesquisas solo 
se ocupan brevemente de por qué están ahí los indocumentados y cómo 
han llegado a ser tantos, pues su atención está más bien centrada en qué 
tan integrados están y cómo logran ser incluidos, a pesar del rechazo del 
Estado. Los entre once y doce millones de indocumentados no son una 
falla en el sistema migratorio, sino una particularidad de cómo funciona 
actualmente. Desde su perspectiva, el Estado no es la fuerza determinante 

54 Fredric Jameson, Representar El Capital. Una lectura del tomo 1 (Buenos Aires: Fondo de Cultura 

Económica, 2013), 17.