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Revista Eutopía, año 3, núm. 5, enero-junio 2018, pp. 169-179, ISSN 2617-037X
ii) por otro –y que puede considerarse, quizás, una larga nota a pie de
página que se niega a ser tal–, una presentación de los alcances –y también
limitaciones– de la ontología de la comunidad heideggeriana, realizada
por el filósofo francés Jean-Luc Nancy (1940) en su texto Comunidad
desobrada
10
. El primer momento se divide en tres partes –que componen
a su vez los tres primeros capítulos del libro del guatemalteco–. El primer
y segundo capítulo (intitulados «Coexistir» y «“Miedad” y singularidad»
respectivamente), dialogan estableciendo y resolviendo la «aparente»
tensión entre el originario «ser con o coestar con otros [y para otros] en
un mundo compartido»,
11
(el primero); y la ineludible singularidad y «miedad»
de la existencia personal, (el segundo). En Heidegger, esta tensión emerge
frente a la constatación de la tiranía del «uno», o la publicidad en la que el
existir está arrojado. Devenir un «sí mismo propio» sería la tarea del polo
de la tensión. Ahora bien, como afirma Dávila Estrada
12
:
Al alejar al existir del uno, lo propio no solo inauguraría algo como un reino propio,
sino también, en el mismo movimiento, un reino de lo nuestro, de manera que ser
a mi manera no significaría estar aislado de los otros, sino ser o estar con y hacia
ellos sin dependencia, dominación o indiferencia, y lo que es más, considerarlos
en su propio ser.
El tercer capítulo, (que lleva por título «Resolución e historicidad»), nos
parece, deconstruye esta tensión –o distorsión satánica–, producto ella
de una larga tradición de pensamiento binario, que obliga a considerar
la experiencia humana en tanto que relación entre sujetos autónomos in-
mundos y una sociedad artificialmente producida, entre, por lo tanto, un
subjetivo interior y un social exterior. Esta deconstrucción postinfernal
se realiza afirmando el «acontecer comunal-singular» que constituye «el
evento originario del existir, la apertura más fundamental de la existencia»
13
.
El cuarto capítulo («El pensamiento trascendental de la comunidad de Jean-
Luc Nancy») compone el segundo de dichos momentos –o esa rebelde
nota a pie de página–. Aquí se sostiene, desde la perspectiva de Jean-Luc
Nancy, lo aclarado en los capítulos precedentes, es decir, que:
10 ibid., 99-124.
11 ibid., 17. Cursivas en el original.
12 ibid., 39.
13 ibid., 96.