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Revista Eutopía, año 3, núm. 5, enero-junio 2018, pp. 131-149, ISSN 2617-037X

7. Indios, herejes o bárbaros: dominio y autoridad

Nos acercamos cada vez más a la pregunta que se desprendía del breve 
análisis de Benjamin y Derrida, y la conversación que buscamos establecer 
en el análisis del discurso de Francisco de Vitoria. Esto se proyecta hacia 
la aporía, la condición de imposibilidad, sobre la que se construye la 
legitimidad, ¿acaso esta se encuentra en la indecibilidad de algún tipo de 
violencia de indios legítima?

Como ya se mencionó, el texto codifica un segundo tipo de sujeto del 
enunciado, caracterizado, primordialmente, por su carácter pasivo ante 
el ejercicio de la violencia (legítima o ilegítima). Aquí se desarrolla una 
reflexión mucho más detallada sobre los sujetos activos de la violencia y 
su relación con los sujetos pasivos. Se despliega, con ello, un mecanismo 
que sirve para tomar distancia de las formas de violencia privada ejercidas 
por los cristianos españoles, con lo que se puede crear un nuevo binario 
constituido por la oposición entre legitimidad y no legitimidad de los usos 
que le dan a la violencia. A diferencia de los anteriores, este binario ya 
no se basa en la posición de los sujetos en el discurso, sino en definir 
el peso agenciante de la noción de legitimidad. Esto es, dependiendo de 
la legitimidad, la enunciación performativa autorizará o no, a los sujetos 
activos de la enunciación, el ejercicio de ciertos tipos de violencia. La 
enunciación se define como un horizonte de sentido diseñado para 
codificar la reflexión sobre la legitimidad de la violencia. En otras palabras, 
delimita las fronteras del campo de visión que compone las posibilidades 
de producir inteligibilidad, en relación a los usos de las violencias legítimas 
y no legítimas. 

Para descartar el axioma aristotélico planteado en La Política, relacionado 
con la idea de que hay quienes son por naturaleza siervos y para los cuales 
es mejor servir que mandar, Vitoria dirige su mirada al dominio público y 
privado de los herejes y sus formas correspondientes de gobierno. Desde 
ese ángulo, y para efectuar esta distinción, es necesario responder a las 
interrogantes sobre la propiedad que los herejes pueden tener sobre los 
objetos y el territorio. Los ejes de análisis aquí, por un lado, abordan el 
posible dominio de la razón (ha de establecer si no son «amentes», bestias 
o animales) que puedan tener y, por el otro, las formas de autoridad y