80

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

A lo largo del libro, Falla muestra cómo estos procesos, «capitalización 
y conversión», coincidieron en el descubrimiento de nuevos valores 
(imaginación, creatividad, planificación y actitud de lucha o combate) 
y lograron la apertura al mundo de donde le venía al comerciante la 
riqueza. La irrupción del capital, asegura Falla, contribuyó a que algunos 
vislumbraran durante unos años un nuevo mundo desligado de las normas 
de la redistribución con un Dios más libre, menos maniatado y, hasta cierto 
punto, más errático, pero siempre maravilloso

45

.

Aunque desde distintas perspectivas, uno de los grandes aportes que nos 
ofrecen tanto Weber como Falla radica en la necesidad de observar la 
relación dinámica que existe entre el ethos económico y el cambio religioso. 
En este caso, se trata de poner de relieve las conexiones que guarda el 
cambio religioso con la economía y la estructura social del medio en el 
que este se produce.

A diferencia del capítulo III (Nueva base de poder: el comercio), en el que 
Falla busca entender el contexto en el que se origina el cambio religioso y 
los efectos sociales que este produce, en el capítulo V, su enfoque da un 
giro radical y se vuelve más denso. En este capítulo más bien le interesa 
entender «la crisis y el proceso de transformación dogmática». Desde la 
perspectiva del autor, este capítulo constituye el corazón de su trabajo, 
pues es allí donde examina detalladamente los procesos de conversión; 
argumentando que estos responden

 –la mayoría de veces– a «situaciones 

de crisis», justo cuando el converso siente más aguda la «explotación del 
Zahorín», sellándolo con un rito de conversión –cuyo momento más 
álgido– lo categoriza como «un estado liminal». A partir de estas premisas, 
Falla nos muestra que estos dos factores, «iniciación» y «poder», son 
irreductibles entre sí e intervienen en el cambio religioso. En este caso, 
en la conversión a la religión católica, la cual supone «la adhesión total» 
a una unidad social distinta (la Acción Católica) y la «interiorización de 
sus creencias»

46

.

45

 ibid., 195.

46

 ibid., 21.

81

M

ATILDE

 G

ONZÁLEZ

-I

ZÁS

Q

UICHÉ

 

REBELDE

UNA

 

LECTURA

 

DESDE

 

EL

 

PRESENTE

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

En este sentido, para Falla la conversión es un fenómeno que conlleva 
una veta política, implica «una relación de poder», entendida esta como 
«el control oportuno» de un medio inherentemente limitado delante de 
otros individuos que también intentan controlarlo. En este caso, se trata de 
adaptarse a él y sustentar el poder

47

. Mientras que la estructura del «rito» de 

conversión lo interpreta desde el triple elemento del «rito de paso».

Para entender la lógica de la argumentación respecto a «los procesos de 
conversión», nos detendremos en la idea acerca de «la separación», en tanto 
que esta, según Falla

48

, está significada por la salida del atado del tz’ite de la 

casa

49

. Mientras que «la liminalidad», por la prédica del directivo de Acción 

Católica, quien recrimina al neófito y evidencia ante él las situaciones de 
miedo que este siente (luego de renunciar a su cosmovisión, al Ajaw y al 
mundo de sus ancestros); y «la adhesión», por el ingreso de los socios de 
la Acción Católica en la casa.

Según Falla, la entrega y salida del tz’ite (separación) implicaba la renuncia al 
«Zahorín» (Chuch Qajaw y demás agentes propiciadores de la espiritualidad 
maya) y el corte con la costumbre (cosmovisión maya) como fuente de 
vida; la negación de las creencias de los «costumbristas» y del «demonio» 
por ser dañinas; pero también, la negación de la creencia según la cual, 
aquellos que carecían del tz’ite morían, pues ello significa desprenderse de 
un símbolo preciado por los «Zahorines».

Luego que el converso se desprendía del atado de tz’ite, este era entregado 
al presidente de la Acción Católica junto con todas las piedrecitas talladas, 
hachas de piedra, cristales, recuerdos de sus antepasados, para que este los 
arrojara al barranco, lugar simbólico de la presencia del «demonio». Así, el 
tz’ite salía de la casa y con él, el mal (la enfermedad)

50

.

47

 ibid., 51.

48

 ibid., 414.

49

 En las comunidades K’iche’ el atado de tz’ite, llamado también vara punta, consiste en cien semillas 

rojas del palo de pito, con unas piedras talladas antiguas (iq) o cristal de cuarzo, todo envuelto en 

un paño rojo. La lectura del tz’ite, normalmente la hacen los sacerdotes mayas (Chuc Qajaw) y está 

relacionada con la sabiduría de los ancestros, el calendario ritual de los 260 días y los nahuales 

de cada uno de los días.

50

 Falla, 

Quiché rebelde, 414.