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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Al estudiar los procesos de modernización, estratificación y cambio social
en el altiplano occidental de Guatemala, Carmack
17
advierte la necesidad
de incorporar el análisis de las clases y «el conflicto social». Retomando
la discusiones planteadas por Barrington Moore y Eric Wolf
18
, Carmack
arguye que la modernización observada en las tierras altas de Guatemala
durante los años setenta podía entenderse como «un proceso de conflicto
entre grupos de status, en lucha por mantener sus pasados privilegios en
contra de las clases que pugnan por alcanzar el poder derribando las viejas
barreras de status (…)»
19
.
Siguiendo este enfoque, plantea que en Momostenango –como en otras
comunidades del altiplano–, se presentaba una estratificación compleja en
la que se observaban cuando menos dos estructuras básicas: una arcaica y
dicotómica relación de estatus entre ladinos e indígenas, y otra de división
de clase entre los mismos ladinos (capitalistas, clase media, trabajadores) y
al interior de los mismos indígenas (burguesía/comerciantes, campesinos,
artesanos y agricultores). Para Carmack, esta «estratificación compleja»,
sugería que el altiplano occidental, como un todo, era más dinámico de
lo que los antropólogos habían hecho aparecer. Era una región de gran
interés académico, por muchas más razones que la simple retención de las
antiguas culturas «quicheanas», razón esta, que justificaba la fama de esta
región en los estudios mesoamericanos
20
.
Partiendo de su propio material acerca del proceso de estratificación social
en San Antonio Ilotenango –vía el comercio y la capitalización de una
creciente élite de comerciantes–, Falla
21
cuestiona no solo la miopía de
la tesis de Severo Martínez
22
, quien concibe al indígena como «fruto de
la Colonia», sino la conceptualización del indígena expuesta por Guzmán
Böckler y Herbert
23
, quienes no fueron capaces de ver la «diferenciación
social» que se estaba produciendo en el altiplano guatemalteco de los años
17
Robert Carmack, «Estratificación y cambio social en las tierras altas occidentales de Guatemala:
el caso de Tecpanaco», América Indígena, tomo 36, núm. 2 (1973).
18
Moore, Los orígenes sociales; Eric Wolf, Peasant Wars of the Twentieth Century (Oklahoma:
Harper & Row / University of Oklahoma Press, 1969).
19
ibid., 342.
20
ibid., 378.
21
Ricardo Falla, Quiché rebelde (Guatemala : Editorial Universitaria, 1980), 548-549.
22
Severo Martínez Peláez, La patria del criollo (Guatemala: Editorial Universitaria, 1971), 594-618.
23
Guzmán Böckler y Herbert, América indígena.
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M
ATILDE
G
ONZÁLEZ
-I
ZÁS
Q
UICHÉ
REBELDE
:
UNA
LECTURA
DESDE
EL
PRESENTE
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
setenta, por consiguiente incluían a la burguesía indígena dentro de una
confusa categoría de «clase indígena». Así mismo, cuestiona la idea acerca
de que la identidad étnica se circunscribiera al ámbito de la comunidad.
Dicho de otro modo, Falla interpela la ceguera intelectual que no percibe la
capacidad de los indígenas de «moverse en distintas escalas de poder», sin
que ello signifique un proceso de «ladinización» o renuncia a su identidad.
Recuperando los hallazgos de una investigación realizada por Carlos
Cabarrús, en 1973, acerca de la agencia política de un grupo de jóvenes
universitarios y profesionales mayas radicados en la Ciudad de Guatemala,
y haciendo acopio de sus propios hallazgos acerca de la movilidad social
y las relaciones de poder que sostienen los comerciantes y conversos en la
Acción Católica con otros actores de poder –que se mueven a diferentes
escalas del mundo social–, Falla cuestiona la imagen de «un ser indígena»
reducido al interior de una «comunidad corporativa y cerrada» –noción
desarrollada por Eric Wolf–, y retomada por Rodolfo Stavenhagen
24
en su
texto Clases, colonialismo y aculturación.
En contrapartida, Falla sostiene que «la existencia reciente de esta
nueva manera de ser indígena (comerciante, profesional o miembro de
Acción Católica) había marcado la apertura de un nuevo periodo en la
adaptación del indígena a la sociedad nacional»
25
. Además, la escolarización
en comunidades indígenas, como San Antonio Ilotenango, agrega, era
una de tantas facetas de la articulación estrecha de la comunidad con el
mundo ladino circundante. Por eso, los pioneros en la pugna por solicitar
nuevas escuelas en los cantones habían sido aquellos que participaban
en el movimiento de conversiones
26
. De esa cuenta la escolarización se
convertía en el principal «canal de ascenso» a dichos niveles de poder
extracomunitarios.
Falla argumenta que al romper con la sociedad campesina, los jóvenes
mayas que salían de su comunidad, en un primer momento cuestionaban su
identidad étnica que parecía inseparable de su comunidad campesina. No
obstante, al superar esa primera crisis de identidad, ocurría una iniciación
24
Wolf,
Peasant Wars; Stavenhagen, Clases, colonialismo y aculturación.
25
Falla,
Quiché rebelde, 551.
26
ibid., 552.