58

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

es absoluto a la conversión, es estar dispuesto a perder la vida por dicha 
creencia. Jacinto, creo yo, parece corregir a Falla: como si en sus palabras 
dijera, para tener fe en lo absoluto, en el absoluto misterio, hay que estar 
dispuesto a dar la vida, a defenderla y a dar la muerte. Entonces, ¿por qué 
Falla decide reducir la lealtad total (católica o no) a una renuncia absoluta 
y en apariencia pasiva (perder la vida)?

La respuesta inmediata sería que esto concuerda más con la idea del 
mártir cristiano; pero esta crítica me parece poco satisfactoria o, al menos, 
incompleta. En realidad, yo creo que Falla trata de preservar cierta inocencia 
en sus entrevistados para así, descartar las posibilidades de la violencia 
letal en el ejercicio mismo del poder de los conversos y los creyentes

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Por eso creo que la distinción violencia letal/conversión religiosa con la 
que empecé este texto, que surge de la comparación con el trabajo de 
June Nash, no se sostiene

56

. Ahora bien, este deseo de querer inmunizar 

la política de la violencia y de revestir al «informante nativo» de cierta 
inocencia –que los cientistas sociales hemos heredado de la antropología 
filosófica y la filosofía política ilustrada (llámesele consenso, hegemonía, 
agonismo, o simplemente poder)–, es algo que va más allá de la religión. 

De hecho, los críticos menos lúcidos de Falla han incurrido en lo mismo, 
al argumentar que las comunidades indígenas solo asumieron la redención 
violenta de la guerrilla, gracias a los «agentes de pastoral», cuando estas 
comunidades, en realidad, estaban buscando «vías pacíficas» de desarrollo 
previo a la Guerra Civil

57

55

 De alguna manera, esto explicaría también porqué Falla no profundizó en temas como la 

envidia o cierta fascinación/repudio hacia la brujería por parte de los conversos, enfatizando 

solo en la enfermedad y las ruptura familiares por las que estos pasaron. Por otro lado, hay 

que reconocer que esta suerte de atribución de inocencia no aparece en el trabajo que Falla 

realizó posteriormente sobre el levantamiento indígena en Ixcán. Véase a Ricardo Falla, Ixcán: 

El campesino indígena se levanta. Guatemala 1966-1982 (Guatemala: Avancso, URL, Edusac,  2015). 

56

 Siguiendo a Siegel, uno podría especular de que lo que ocurrió en Amatenango, Chiapas, estuvo 

más cerca de una imposibilidad para desplazar la noción de «suerte» o «desdicha» hacia otras 

formas de significación: en otras palabras, lo performativo falló. En un contexto de crisis, en 

el que la distinción «cognocible/incognocible» parecía haber colapsado, enunciar la palabra 

«brujería» no desplazó la sospecha –cuya función recaía en los principales–, sino la profundizó. 

Por eso, matar a los acusados de brujería fue, más bien, un esfuerzo compulsivo por mantener 

la distinción, cuando esta se encontraba colapsada: no se logra el desplazamiento del significado 

de «brujería» y el consecutivo sostenimiento de la distinción. Por supuesto, insisto, esto es 

especulación.

57

 Yvon Le Bot, La guerra en tierras mayas. 

59

J

UAN

 C

ARLOS

 M

AZARIEGOS

H

ACERSE

 

CARGO

 

DE

 

LA

 

VIDA

 

Y

 

DE

 

LA

 

MUERTE

HACIA

 

UNA

 

RELECTURA

 

DE

 

Q

UICHÉ

 

REBELDE

DE

 R

ICARDO

 F

ALLA

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Lo mismo puede decirse de otros críticos más informados, que sostienen 
que antes de la llegada de Acción Católica, los «principales» y los Aj K’ij 
mantenían la «armonía» comunitaria. Ejemplos de sacerdotes u otros 
religiosos atacando a las autoridades ancestrales en sus comunidades 
abundan; no es mi intención exculparlos. Pero tampoco me parece 
instructivo insistir, especialmente después de leer Quiché rebelde de la forma 
más apegada al texto posible, en que la figura del enemigo no estaba ya 
inscrita en San Antonio Ilotenango previo al movimiento de conversiones. 
En otras palabras, una forma de aparición del enemigo se concretiza con 
la conversión, pero en la gramática social de los ilotecos, este le preexiste. 

Lo cierto es que el fenómeno de la conversión, tal y como Falla lo analizó, 
fue mucho más complejo que una mera imposición. Una relectura de 
Quiché Rebelde, creo yo, debería problematizar las «antinomias, dilemas o 
aporías del absoluto» y, quizá, desde ahí, tratar de entender que fenómenos 
como la conversión, la fe o la lealtad política suponen unas formas de 
«hacerse cargo de la vida y la muerte de uno(s) y de los otros», en las que la 
posibilidad de la violencia está ya, y desde siempre, inscrita.

Agradecimientos

Mi gratitud va para Karen Ponciano y Alejandro Flores por sus invaluables 
revisiones y comentarios a una versión previa de este escrito.

Bibliografía

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Structure, 1944-1966. Austin: University of Texas Press, 1970. 

___. «El poder: sus condiciones, evolución y estrategia». Estudios Sociales 

Centroamericanos, núm. 4 (1973): 65-141. 

___. Energy and Structure. A Theory of Social Power. Austin: University of 

Texas Press, 1975.

Austin, John L. How to do Things with Words. Cambridge: Harvard University 

Press, 1975.