46

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

altiplano durante el siglo XIX, habría incrementado la presión sobre 
la tierra y sus recursos o medios disponibles. Esta situación provocaría 
una intensificación de conflictos por linderos entre dichas comunidades, 
además de otras disputas con grupos ladinos que rentaban tierras ejidales 
vía censo enfitéutico

17

En estas circunstancias, eran los pueblos o grupos transgrediendo mojones 
o límites (para los «ilotecos» era Santa María Chiquimula), quienes se 
convertían en el blanco de la brujería. Falla no elabora mucho en torno 
a qué suponía y cómo se realizaban dichas prácticas; no obstante, sí es 
enfático en suponer que la «brujería» es, en primera instancia, un índice 
de enemistad y disputa: se le hace brujería al enemigo, y el enemigo 
viene de fuera

18

. Esta situación se modificaría de manera definitiva con la 

redefinición de los límites municipales de Santa María Chiquimula y San 
Antonio Ilotenango, a principios del siglo XX, quedando los linderos a 
favor de los «chiquimulas».

Para entonces la economía finquera y las medidas coercitivas que el Estado 
guatemalteco impuso sobre las comunidades del altiplano (expropiación 
de tierras ejidales, trabajo obligatorio, vialidad, etc.), estaban en auge. Es 
así que, con la desaparición del enemigo externo y con dichas medidas 
coercitivas del Estado en marcha, la presión sobre la tierra y los medios 
disponibles se trasladaría al interior de la comunidad: los conflictos o la 
enemistad serían, ahora, internos

19

Según Falla, esto dio pie al incremento de las prácticas de brujería entre 
los mismos ilotecos (la temporalidad que Falla provee es 1870-1930). 
Aquí se puede prever ya lo que será uno de los planteamientos fuertes 
de Quiché rebelde: es en este periodo de tiempo en que los «zahorines» o 
Aj K’ij –quienes poseían el conocimiento de la adivinación (cuenta de los 
días o calendario maya), además de las buenas y malas oraciones, y cuya 
función principal era la de mediar entre el Santo Mundo, los difuntos y 
los miembros de la comunidad–, incrementarían su poder. Como se sabe, 

17

 RAE. «censo enfitéutico», acceso el 4 de enero de 2018, http://dle.rae.es/?w=diccionario

18

 Falla, 

Quiché rebelde, 267.

19

 ibid., 275.

47

J

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AZARIEGOS

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DE

 

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UICHÉ

 

REBELDE

DE

 R

ICARDO

 F

ALLA

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

el corolario de esto fue la disminución del poder de los «principales» o 
autoridades tradicionales

20

Bajo el influjo de la teoría de Adams, Falla reconstruyó una evolución 
histórica del poder (diacronía) en San Antonio Ilotenango, que ubicó como 
sujeto preponderante al «zahorín», pues sería contra este que los miembros 
de la Acción Católica se «rebelarían». Aparecen en esta misma explicación 
tres factores que permiten entender las condiciones que hicieron posible 
y antecedieron a la oposición del poder de los «zahorines»: el comercio, 
la expansión de la infraestructura de comunicaciones y la introducción 
del fertilizante químico. Todas deben entenderse como innovaciones 
tecnológicas, en tanto que formas y condiciones de conocimiento (técnico 
y práctico) que permitieron a ciertos sujetos (comerciantes) incrementar 
su capacidad de control sobre el medio, para luego convertir dicho control 
en poder

21

En la misma línea histórico-evolutiva que explica el ascenso del Aj K’ij
Falla muestra que con la cancelación de las deudas por peonaje en tiempos 
de Ubico (1934), el incremento de la red vial nacional y la expansión de una 
red de mercados inter e intracomunitarios, abrieron y ampliaron para varios 
ilotenses las posibilidades para comerciar. Al momento de introducirse el 
fertilizante químico en los años subsiguientes –y gracias a cierto nivel de 
capitalización– estos mismos sujetos fueron capaces de incrementar su 
capacidad productiva y de expandir sus medios de producción

22

. En pocas 

palabras, varios comerciantes (y sus familias) dejaron de depender del 
trabajo en las fincas y se liberaron de sus constricciones, incrementando así 
su potencial de movilidad tanto espacial (dentro y fuera de la comunidad) 
como social y política (nueva base de poder). Quienes han leído Quiché 
rebelde
 recordarán que los primeros comerciantes –que, según Falla, se 
movían entre Cobán, la costa, Totonicapán y San Antonio Ilotenango– 

20

 Falla, Quiché rebelde, 264, 287, 337. Es importante recordar que el Aj K’ij no es, en sentido 

estricto, un especialista del mal o Aj itz. No obstante, según Falla, los ilotenses veían en el  

Aj K’ij a una figura que poseía el conocimiento necesario para hacer mal, o si se prefiere, usando 

la retórica de Quiché rebelde, «meter la enfermedad». 

21

 Nótese que las categorías «control del medio», «innovación tecnológica», «unidad social», 

«dominio», «derivación y conversión de poder» son de Richard Adams. Para referencias, ver 

nota 3.

22

 Falla, 

Quiché rebelde, 154.