446
U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
con la crisis de la experiencia de Dios. ¿Dios y revolución? ¿Revolución y
Dios? Sí, ahora moviéndose bajo el torbellino de sobrevivir a la migra en
el desierto
43
, denunciar el nefasto sistema electoral centroamericano
44
, del
escritor ateo que habla del resucitado entre los bananales
45
o del mártir
Ch’orti’ que abrirá una nueva resistencia en Honduras
46
.
El gran silencio del periodo hondureño es la revolución bastante en
sintonía con el cambio de época. Los lectores empero no dejarán de notar
el constante llamado a la organización de las trabajadoras en las maquilas, el
acompañamiento de los Ch’orti’ en la toma de la Embajada de Costa Rica, la
centralidad del locus posicionado del intelectual –y el hombre de fe,– desde
los pobres. Una lectura a contrapelo en este sentido debe aprender a captar
en los cuadros sueltos hondureños tanto la metodología del tanteo a ciegas,
vuelto descripción de lo concreto como el aparente eclipse del concepto
de revolución dilucidado y en espera en la Centroamérica del armisticio
regional. Gracias a los acuerdos de 1996 y tras varios años de pensar el
retorno, finalmente en 2001, con 69 años, Falla retornaría a una parroquia
jesuita en el municipio K’iche’ de Santa María Chiquimula. Allí, en ese pueblo
originalmente llamado Tzolojché, Falla iniciaría nuevos procesos de largo
aliento investigativo en Guatemala. Desde el departamento de Totonicapán
vuelve para conocer lo nuevo en la posguerra y descubrir qué había sucedido
con las poblaciones que habían sufrido la represión militar en el altiplano.
Previamente había visitado Guatemala. El mismo día en que se firma la
paz en Ciudad de Guatemala, el 29 de diciembre de 1996, Falla participa
en una misa de celebración en Cantabal, Ixcán. Durante la homilía resalta
cómo en medio de la guerra mucha gente mantuvo un corazón pacífico
para enfrentarla y sobrevivirla:
43
Ricardo Falla, «Chepe deportado, traición en la cadena de coyotes», en Cuadros sueltos que
prefiguran el siglo XXI. Honduras, 1993-2001, vol. 2, colección Al atardecer de la vida... (Guatemala:
Avancso, URL, Edusac, 2014), 293.
44
Ricardo Falla, «¿Se rompió el esquema bipartidista?», en Cuadros sueltos que prefiguran el siglo XXI.
Honduras, 1993-2001, 303.
45
Ricardo Falla, «Ramón Amaya Amador», en Cuadros sueltos que prefiguran el siglo XXI. Honduras,
1993-2001, vol. 2, colección Al atardecer de la vida... (Guatemala: Avancso, URL, Edusac,
2014), 209.
46
Ricardo Falla, «La sangre del líder chortí, Cándido Amador», en Cuadros sueltos que prefiguran el
siglo XXI. Honduras, 1993-2001, 231.
447
S
ERGIO
P
ALENCIA
R
ETROSPECTIVA
EN
LA
OBRA
DE
R
ICARDO
F
ALLA
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Quiero terminar con el recuerdo de un catequista de Mayalán que no está aquí.
Cuando en diciembre de 1992, el Ejército nos quemó las casas de la comunidad
de Cuarto Pueblo 2 en el área actual de las cooperativas y vimos las cenizas caer
en medio de la montaña, él dijo: “¡Ay Diooos, los hermanos soldados nos están
quemando las casas!” Si hemos sido enemigos, éramos siempre hermanos. Esa es
la realidad que fundamenta nuestra lucha por la paz y la justicia, que todos somos
hijos de un mismo Padre y que todos somos hermanos. Hubo personas de una
sorprendente calidad cristiana que nunca perdieron de vista esta verdad, aun en
los momentos más difíciles de la guerra. Efectivamente, yo pienso que un gran
sector de nuestro pueblo vivió la guerra, la guerra más terrible que ha desangrado
nuestro país, con este corazón pacífico. He allí otro argumento de esperanza para
emprender con fe el nuevo camino de la paz
47
.
Pareciera entonces que la paz es una profunda actitud que solo se manifiesta
en su verdad como resistencia colectiva y no como desorganización en la
figura aislada del ciudadano individual. Esa calidad en medio de la guerra
podría ser consciencia de que la lucha no ha acabado.
Los inicios del siglo XXI en Centroamérica podrían caracterizarse como
la dislocación de las fuerzas sociales. El migrante en Carolina del Norte
enviando remesas para construir su casa en una aldea de Nentón, el gran
capital de la caña evadiendo el débil régimen tributario con flujos offshore
panameños, las presidencias como figuras cómicas ante el avallasamiento de
los capitales extractivistas y financieros. El carácter dislocado entre fuerza
de trabajo y valor también se refleja en las experiencias de lo que significa
la lejanía y el riesgo. Su expresión conceptual no puede obedecer a todo el
sistema, sino a los pedazos y detritos del mismo. El carácter de la obra de
Falla se despliega en dos vertientes en su regreso a Guatemala. La primera
es de tanteo y salida al campo para observar qué situaciones está enfrentando
la gente, muy similar a lo llevado a cabo en Honduras. Producto de este
impulso verá que también en Guatemala la migración es cada vez más
fuerte en el campo, fenómeno íntimamente ligado al proceso de retornados
durante la guerra. La segunda vertiente es de reflexión histórica y de los
procesos de memoria en las comunidades indígenas.
47
Ricardo Falla, «La paz desde el Ixcán. Palabras en la misa de la plaza de Cantabal», en Del proceso
de paz a la masacre de Alaska. Guatemala, 1994-2012, vol. 1, colección Al atardecer de la vida…
Escritos de Ricardo Falla, sj. (Guatemala: Avancso, URL, Edusac, 2013), 424.