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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
1972, Luis de Lión hace novela este movimiento subterráneo impulsando
la ruptura de lo cerrado:
El viento abría y cerraba las puertas, eran por gusto las trancas, las llaves, los
candados; el viento rompía los cercos, despedazaba los techos de paja, se llevaba
las hojas de lámina, quebraba las tejas, se metía debajo de las camas, llenaba de
tierra todo, se revolcaban entre las ollas, las quebraba, mataba a las gallinas, rasgaba
la ropa de la gente, mordía la carne y sobaba su lengua áspera y roma hasta más allá
del corazón, en el mero fondo de la vida
13
.
El tiempo principia en Xibalbá es anuncio de las fuerzas en choque. Como
indígena comunista, Luis de Lión se da cuenta del carácter enfrentado
del viento. Posiblemente ese mismo viento al cual también se refiere
Hernández Pico en su autobiografía
14
. Convergen pues, dos ámbitos
y tradiciones intelectuales hasta el momento separadas. Por un lado, la
potencia de resistencia y reflexión de los comunistas guatemaltecos, en
diversas ramas originadas del PGT. Por otro lado, el Ciasca jesuita cada
vez más autónomo del conservadurismo guatemalteco, trabajando con
perspectiva centroamericanista, con un espíritu cada vez más unido a las
luchas populares. Esta línea se profundizaría cuando el joven sacerdote
Fernando Hoyos Rodríguez asume la dirección de este centro en septiembre
de 1976. A partir de entonces se decide «investigar la realidad de nuestros
países y poner el resultado de nuestras investigaciones al servicio de
las organizaciones populares revolucionarias»
15
. Es incomprensible el
trabajo de Ricardo Falla como individuo sin la sintonía de este colectivo de
praxis de inmersión social e investigativa, ágil en la disposición de las decisiones,
moviéndose de acuerdo a problemáticas concretas y urgencias sociales.
Sea como terremoto, viento o intuición, las investigaciones del grupo
jesuita se abrirían paso en Nicaragua y El Salvador; así como en Escuintla,
Alta Verapaz, Chimaltenango y Quiché, en Guatemala. Un punto central
que distingue al Ciasca de otras tradiciones intelectuales es la constante
autopercepción de los movimientos espirituales, los famosos ejercicios
ignacianos. En momentos culminantes, tanto personales como grupales,
13
Luis de Lión, El tiempo principia en Xibalbá (Guatemala: Ediciones del Pensativo, 2015), 149.
14
Juan Hernández Pico, S. J., Luchar por la justicia al viento del espíritu. Autobiografía y esbozo de historia
de mi generación (El Salvador: UCA editores, 2014), 447.
15
Un detenido análisis y vivo relato de estos años es realizado por Juan Hernández Pico en su
autobiografía.
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S
ERGIO
P
ALENCIA
R
ETROSPECTIVA
EN
LA
OBRA
DE
R
ICARDO
F
ALLA
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
los jesuitas del barrio de la zona 5 encuentran en esos ejercicios espacios
propicios para la reflexión
16
, contacto con las emociones, las dudas, los
temores. De manera que la investigación o el trabajo organizativo son
vistos desde el horizonte apocalíptico más que teológico de la revelación
de Dios en la vida y misión de cada individuo. Esta unidad, entre reflexión
espiritual, convivencia con la clase trabajadora y asiduo estudio académico,
fortaleció el trabajo del centro. No obstante, también propició un locus de
cuestionamiento, incluso de los límites eclesiales y de la Compañía de Jesús
en el compromiso con los pobres.
La presencia con los pobres realizó el movimiento descrito por Jürgen
Moltmann para la época: desacralizó todo y resacralizó lo obviado.
Algunos dudaron de la resurrección del Cristo, otros fueron tocados por
las emociones profundamente humanas en los rostros de los marginados o
en la mirada de la mujer. Una vez llegado allí, no hay piedra sobre piedra
que justifique la separación de a quien se ama. Fue a través de rostros más
que de panfletos maoístas que Fernando Hoyos dio el salto al vacío como
comandante revolucionario, el paso a «ese mar inmenso del ateísmo» del
cual habla Falla con admiración
17
. Una vez que se es «traspasado por lo
divino» en una decisión valiente, la unidad con los oprimidos, en este caso
el Pueblo-Dios, se corre su suerte en la persecución de los cuidadores
del templo, los terratenientes y sus ejércitos. Ya para 1981 estos jesuitas
resistían en los Cuchumatanes, eran secuestrados o asesinados en la
Ciudad de Guatemala o apoyaban la reforma agraria en la Nicaragua recién
sandinista, esto último era la situación de Falla.
En Guatemala, el terremoto de febrero de 1976 desnuda el caos acumulado
de la miseria. La movilización contestataria se incrementa. En pueblos y
aldeas como Comalapa y San Martín Jilotepeque, en Chimaltenango,
convergen en esfuerzos de reconstrucción estudiantes de la universidad
estatal, líderes campesinos y catequistas. Asimismo, los de la zona 5 levantan
encuestas dirigidas por Falla, mientras Corral y Hoyos asisten a procesos
organizativos en antiguas fincas de mozos. Cooperativas y redes eclesiales
16
Así lo sería en la reunión de 1969, momento crucial donde Ellacuría dirige los Ejercicios
Espirituales para todos los presentes.
17
Ricardo Falla, «Fernando Hoyos. Amor, revolución y eso que dicen dios», en En la memoria del
pueblo: Homenaje a Fernando Hoyos, coord. por María del Pilar Hoyos de Asig, Antonio Blanco
Carballo y Enrique Corral Alonso (España: Fundación 10 de marzo, 2008), 223-230.