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Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Con el tiempo, no sería la capacidad de resistencia para permanecer en el 
territorio y seguir apoyando la guerra lo que cambiaría, sino el ansia de salir 
al claro de la sombra de la montaña y dejar el clandestinaje colectivo. Eso 
comenzó a moverla a buscar otro tipo de vida, otro tipo de resistencia que 
tuviera menos que ver con la fuerza militar y la autodefensa, y más con 
la política y el apoyo nacional e internacional. Pero hasta aquí me quedo, 
porque me parece que ha quedado claro a través de este caso cómo la 
resistencia puede resurgir del genocidio una y otra vez, evidentemente si 
se dan las circunstancias apropiadas. Vista desde este ángulo, la historia de 
las CPR de Ixcán, Guatemala, existentes todavía en 2016, es de esperanza.

Conclusiones

¿Conflicto?

Sí, hubo conflicto. El genocidio no viene de las nubes. Algunos lo han 
llamado conflicto interno armado. Otros lo llamaban guerra popular 
revolucionaria. Lo importante es tener en cuenta que se dio como respuesta 
a una situación de injusticia estructural que pretendió ser superada por 
medio de una lucha armada que fatalmente no fue bien calculada y tuvo 
resultados masivamente sangrientos, no tanto para los contendientes, 
como para la población civil en general. También es importante recordar 
continuamente que no fue solo el Ejército de Guatemala el responsable del 
genocidio, sino las clases adineradas cuyo estatus social y económico era 
defendido por el estamento militar. Símbolo de su participación fueron las 
avionetas civiles que se observaron sobrevolando el área de la destrucción 
masiva, como sucedió en Cuarto Pueblo, Ixcán, donde horas antes de la 
incursión del Ejército, una avioneta azul y blanco se vio dando vueltas por 
el cielo de esa cooperativa

10

Genocidio

El genocidio ha tenido muchas formas, según los tiempos y los países. 
No es lo mismo el genocidio nazi que el genocidio guatemalteco. Y en 
Guatemala no es lo mismo el genocidio de Ixcán, al norte de Quiché 

10

 Martín Rodríguez Pellecer, «Los militares y la élite, la alianza que ganó la guerra», Plaza Pública, 

21 de agosto de 2013; Ricardo Falla, Ixcán. Masacres y sobrevivencia, 206, 214.

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RESISTENCIA

 

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Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

(multiétnico) que el del centro de Quiché (área Ixil), ni el de estos que el 
de Alta y Baja Verapaz (áreas Q’eqchi’ y Achi), ni el de todos estos y el de 
Huehuetenango (área Chuj). En esta última área, únicamente consistió en 
masacres de destrucción masiva, porque el pueblo inmediatamente huyó 
al refugio o fue controlado en aldeas estratégicas. En los otros tres casos, a 
la etapa de masacres siguió la larga etapa de sometimiento intencional del 
grupo a condiciones extremas de existencia. Pero en Alta y Baja Verapaz, 
la resistencia organizada desapareció, mientras que en las dos áreas de 
Quiché perduró hasta la Firma de la Paz. En el área Ixil, las condiciones 
extremas de existencia fueron más críticas que en Ixcán, por la distancia de 
la frontera con México que facilitaba el avituallamiento y por la prodigalidad 
de la selva que permitía más alimentación y más lugar de encubrimiento.

Hemos visto aquí una sucesión de operaciones destructivas de la población 
en las que persiste la intención original genocida de las masacres totales. 
Sabemos esto no solo porque la población supone que la intención no 
ha cambiado desde las masacres, sino porque lo comprueba al darse 
cuenta de que las operaciones continuan siendo indiscriminadas, como 
los bombardeos a comunidades civiles y la persecución de la población, 
compuesta por mujeres y hombres de todas las edades. Aunque estas 
operaciones no fueron efectivas en el número de víctimas, la intención, 
que no es lo mismo que su efecto, se dio. Esta percepción se refuerza 
por expresiones sueltas, como las de los parlantes de helicópteros que 
decían, «guerrilleros» –como si la población civil fuera guerrilla– «ríndanse. 
Los vamos a acabar hasta la semilla», expresión –«hasta la semilla»– que 
comprobaba que la intención de las masacres proseguía, ya que fue muy 
usada en el primer momento de la destrucción total. La expresión suponía 
terminar a toda la población hasta los niños nacidos o los niños en el 
vientre de sus madres.

Resistencia

El éxito de la población en resistencia consistió en que después de catorce 
años (1982 a 1996) de conflicto no fue desalojada de su territorio. Se debió 
a una combinación de factores, como la protección de la selva, el apoyo 
necesario de la guerrilla, la existencia de tierra productiva, la solidaridad de 
fuera (…), todos factores externos a la población. Sin embargo, aquí nos