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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
El sometimiento a esas condiciones es condicional: si se quedan en el
interior del país, morirán. Si quieren vivir, que salgan a México (…) Dada
la cercanía de México, no se contemplaba como opción para la población
en resistencia el rendimiento para hacer aldeas estratégicas.
La formación de aldeas estratégicas se dio poco a poco en los márgenes
del área de la resistencia y se fueron distinguiendo los puestos fijos del
Ejército, que eran destacamentos con población civil sometida al ejército
–se llamaron Patrullas de Autodefensa Civil (PAC)– de los puestos no
fijos, que eran los destacamentos ubicados en plena área de la resistencia,
como en el antiguo poblado de Cuarto Pueblo. Los destacamentos de
los dos tipos se ubicaban siguiendo razones estratégicas, una que hubiera
población civil simpatizante, por ejemplo, ladinos de aldeas de Chiantla o
indígenas evangélicos, y otra que sirviera de punto de apoyo para el rastreo.
Con unos, el ejército atacaba desde los márgenes procurando empujar a la
población en resistencia hacia el norte (México) y dejarla sin territorio, y
con los otros atacaba a la población en resistencia desde el corazón de su
área. Los operativos del Ejército desde los márgenes fueron acompañados
unos por las PAC, y otros no.
Estos operativos causaron muchas muertes, especialmente entre mujeres
y niños. Ellas se ponían pálidas y se hinchaban. Los niños morían de falta
de pecho y comida. Estos efectos se dieron al principio de la vida en la
selva, cuando no estaba la población acostumbrada a la resistencia. No era
únicamente hambre y desnutrición, sino desmoralización. Pero nunca se
dio una situación tan severa como en Alta Verapaz, según lo cuenta en su
libro Alfonso Huet
7
. La diferencia es que unos estaban cerca de la frontera
y podían acceder al refugio sin rendirse, y los otros no. Rendirse al ejército
estaba bloqueado, no solo por la resistencia a no salir del territorio, sino
por el miedo a no sobrevivir.
La experiencia del ejército genocida, que mataba a cualquiera, estaba muy
cerca, como para poder apreciar que el ejército estuviera cambiando su
manera de proceder y pretendiera engrosar en sus filas a población civil
que lo apoyara en esta lucha por el control de la población y el territorio.
7
Alfonso Huet, Nos salvó la sagrada selva. La memoria de veinte comunidades q’eqchi’es que sobrevivieron al
genocidio (Alta Verapaz, Guatemala: Adici Wakliiqo, 2010).
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R
ICARDO
F
ALLA
, S. J.
¿C
ONFLICTO
?
GENOCIDIO
Y
RESISTENCIA
EN
G
UATEMALA
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Crisis y vuelta a dar fuerza a la resistencia (1984 a 1987)
Cuando yo entré a Ixcán en septiembre de 1983, había poco menos de dos
mil personas en cerca de treinta campamentos, con un término medio de
sesenta a sesenta y cinco personas por campamento (cerca de diez familias
o champas por campamento). En octubre de 1982, hubo una ola grande
de personas que salieron al refugio y ese es el número que quedaba. Antes
de octubre de 1982, tal vez pudieron ser cuatro mil o más.
Pero, al año, en octubre de 1983, se reinició una ofensiva muy fuerte del
estilo ya descrito, de rastreo y persecución bajo la selva, de corte de cultivos
y ametrallamiento desde helicópteros, con el resultado de algunas víctimas
humanas dejadas con señales de crueldad (mujer sin oreja) que elevaron
el nivel de pánico entre la gente. La persecución la mantenía en continuo
movimiento, cargando los niños, los molinos, las ollas, las chamarras,
el nailon (techo provisional) de lugar en lugar, durmiendo en el suelo,
haciendo fuego tarde en la noche para evitar el humo, con una perspectiva
de futuro muy incierta.
Esta situación se agravó, porque la guerrilla que había recibido refuerzos de
combatientes salidos de Alta Verapaz, y que debió haber recibido refuerzo
en armamento, estaba encampamentada entrenándose y quería dejar un
tiempo sin casi combatir para sorprender al ejército luego, a principios de
1984. La población de muchos campamentos añadía a la desmoralización
el enojo porque la guerrilla no cumplía con la parte de su alianza. Pero la
guerrilla no podía comunicar su estrategia de sorpresa porque, aunque la
gente fuera su aliada, podía declarar esa información al enemigo a través
de los refugiados, por ejemplo.
El resultado de esta situación fue una salida de más de mil quinientas
personas, en tres meses, a los campamentos de refugiados fronterizos que
podían recibir gente porque eran sostenidos por la Comisión Mexicana de
Ayuda a los Refugiados (Comar). A nosotros, que habíamos ya iniciado un
equipo de trabajo pastoral para atender a las personas en sus requerimientos
religiosos y para fortalecer la resistencia, nos parecía que, a ese paso, el
futuro de la resistencia se veía muy negro.