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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Inicio de la resistencia organizada (1982 a 1984)
Esta etapa se dio en Ixcán de 1982, el año de las masacres, a 1984. En ella,
hay un primer período, que podría llamarse «el limbo de la postmasacre»
de uno o dos meses en que se ausenta el ejército. Se comienzan a sentir,
entonces, las «condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción
[del grupo] física o parcial»
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, porque la población no puede vivir ya en el
poblado, que está quemado y lleno de muertos. Se ha convertido en un
lugar de miedo, pues se siente aún la presencia del ejército y se teme la
posibilidad de que vuelva.
Al desaparecer el poblado, desaparece el centro de conexión entre las
familias, pues ya no hay mercado, cooperativa, iglesias. Así mismo, se
pierde el centro de aprovisionamiento y de relación con el exterior. Sin
embargo, el ejército ya se fue y no opera. Está ausente. Por eso, decimos
que este período es como un limbo.
Durante este tiempo, mucha población ha huido al refugio, y los
campamentos fronterizos de refugiados se convierten en centro de
reencuentro, donde la población constata quiénes son los muertos y quiénes
son los vivos, conocimiento indispensable para iniciar una nueva vida en
sociedad. El refugio es también un lugar y una situación de resistencia,
pero no vamos a tratar aquí este tema.
Sin embargo, al nacer los campamentos de refugiados, nace entonces la
especificidad de la resistencia, que a diferencia de la mera sobrevivencia,
significa, para los que no cruzan la línea fronteriza, el no abandonar el
territorio de Ixcán donde están la tierra y los cultivos sembrados por ellos.
La población que desee no resistir (de esa forma) puede abandonar su
territorio, la que va a resistir hará todo lo posible para no dejarlo.
La resistencia toma un sentido más, porque el apoyo indispensable para
no abandonar el territorio es la guerrilla, la cual ayudará a la población en
resistencia a autodefenderse contra uno de los ejércitos mejor entrenados
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Asamblea General de las Naciones Unidas «Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio» (11 de diciembre de 1946) art. 2, c.
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R
ICARDO
F
ALLA
, S. J.
¿C
ONFLICTO
?
GENOCIDIO
Y
RESISTENCIA
EN
G
UATEMALA
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
del continente. La resistencia, entonces, no significa únicamente no
abandonar el territorio, sin otra ulterior finalidad, sino también participar
en una lucha que la guerrilla llama revolucionaria, una lucha que pretende
un cambio muy radical de la estructura del país y la toma del poder.
En esta lucha, la relación con el refugio es también un elemento que ayuda
a la resistencia, ya que de allí vendrá a la población que está en el país
–dentro de la selva, desconectada de su poblado– el aprovisionamiento de
recursos que antes se conseguían a través del mercado.
El período de limbo es un período de gran confusión, pues hay hogares
rotos, cuyos padres o madres «se quedaron en el mercado» –la masacre
fue en domingo, día de mercado– y se encuentran niños esperándolos un
día tras otro en las casas de las parcelas que no han sido quemadas y están
distantes una de otra. A veces, vecinos pasan a restaurar alguna conexión,
pero estas son reacciones informales.
En cambio, los organizadores de la guerrilla, que son los que tienen el
contacto inmediato con la población, sistemáticamente pasan visitando
las casas de las parcelas y uniendo restos de hogares, por ejemplo, niños
sin padre ni madre, con otras familias para que los cuiden. También,
previniendo a la población que no ha salido al refugio contra el ejército,
que vendrá a quemar las casas de las parcelas y las pertenencias, que vendrá
a destruir cultivos y a hacer la vida imposible para que la población se
rinda, y que vendrá a matar a la población que huya e incluso a la que no
huya, indiscriminadamente. Así lo hizo el día de la masacre. Sus intenciones
fueron destruir totalmente al poblado en cuanto tal poblado. Se supone
que así seguirá haciéndolo.
Entonces, la guerrilla se adelanta al ejército y no solo relaciona a los
hogares rotos, sino que los fuerza, a veces manu militari, a dejar las casas
de las parcelas e internarse en la selva virgen para hacer allí pequeños
campamentos, como de brecheros, que pongan en práctica ese triple
sentido de resistencia: la sobrevivencia, el no abandono del territorio y el
apoyo a la lucha revolucionaria.