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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
en un centro, sino dispersa en todo ese mar, el cual debe concebirse
también como nada, pero como nada fecunda, o para ponerle un color
que entonces no se le veía porque no había salido el sol, una nada verde,
para diferenciarla de una nada estéril. Porque si la nada no encerrara en
sí la posibilidad de las cosas criadas, y fuera pura contradicción y pura
imposibilidad, entonces no habría dios en el mundo que pudiera sacar de
ella la creación. Ahora bien, esa semilla, ínsita en toda la extensión de la
nada, es la que el Popol Wuj concentra, para darle un soporte imaginativo
y un objeto de adhesión de fe, en la serpiente emplumada que brilla en el
centro del mar, como Uk’u’x palo.
La creación, entonces, no es un acto extrínseco, sino como el de la semilla en
un vientre, un impulso desde dentro. Este impulso se parece a una emanación
panteísta, pero no necesariamente se ha de entender así, ya que aunque esta
fuerza está presentísima en todas las criaturas, como identificándose con
ellas y haciéndolas a ellas la representación de la divinidad, sin embargo se
distingue de todas ellas, porque nadie puede igualarse al Corazón del Cielo y
Corazón de la Tierra, como pretendió hacer Wuqub’ Kaqix. Es una relación
de difícil comprensión, como son todas las comprensiones filosóficas que
se acercan a meter la divinidad en conceptos
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.
Es esta difícil comprensión, en forma de espiritualidad ecológica, la que en
la actualidad nos hace falta para enfrentar la crisis de la globalización en la
naturaleza, una especie de mística que valora los objetos de la naturaleza
como si fueran divinos, porque lo son, pero que se atreve a usarlos, porque
no lo son. No ponemos nuestro énfasis en la comprensión intelectual,
sino en la experiencia sobrecogedora de la intuición, que consiste en la
experiencia de nuestra nada interior.
Avanzando un poco más, encontramos en la nada interior diversas
tendencias de espiritualidad que se concretizan en distintas épocas o
grupos sociales o funciones. Una, la tendencia activa de la espiritualidad
constructora, que experimenta en sí misma la nada a pesar de ser
constructora. Arranca de Tz’aqol y B’itol, el par que en tensión construyen
y dan forma a la existencia. Otra, la tendencia afectiva de la espiritualidad
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Juan Hernández-Pico, S. J. me hace notar que en la Biblia (Bereshit bará Elohim) «bará» es «crear»
de la nada, contrapuesto al hacer «alfarero» del capítulo 2 del Génesis (ver 2 Mac 7,28).
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R
ICARDO
F
ALLA
, S. J.
C
AMINO
DE
VIDA
EN
LA
INVESTIGACIÓN
DEL
HECHO
RELIGIOSO
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
más teñida de amor que del vacío y de la ausencia de la persona amada,
experimenta su presencia en todas las cosas bellas y curiosamente en todas
las cosas que le recuerdan su profundo dolor. Arranca de Alom y K’ajolom,
la Madre y el Padre, que a la vez son él y ella que se aman. Y por fin la
tendencia de la espiritualidad más iluminativa, que insiste en la intuición,
en la luz, en los ojos que todo lo atraviesan, y es la espiritualidad más
propia del Popol Wuj, probablemente de la tradición del Popol Wuj del norte
contemplativo de Tikal y Chichén Itzá, no tanto del Popol Wuj de guerreros
K’iche’. Ella arranca de Tepeu y Q’ukumatz, que despiden luz en la oscuridad
del centro del mar. Evidentemente, esta construcción de tres tendencias
espirituales a partir de los seis (o cinco) nombres principales de los dioses
pueden ustedes decir que es arbitraria, y lo es en cierto modo, porque es
una simbolización para el uso en nuestros días de la palabra K’iche’, pero no
lo es, porque la virtualidad de estos textos universales es múltiple.
Conclusiones: a modo de pixab’ de un jabalí de pelo blanco
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Acerquémonos sin miedo a la investigación del hecho religioso, aunque
hayamos renunciado a la fe religiosa y no sepamos al principio cómo
manejarla. Tal vez queremos negarla y nos incomoda un poco que en el
ambiente religioso de nuestros países se nos imponga el lenguaje religioso
por todos lados.
Acerquémonos en lo posible sin prejuicios. Siempre nos quedaremos
cortos. Las personas muy fervientes suelen pensar que poseen la verdad y
que no pueden aprender de las demás, sino que tienen que comunicarla tal
cual lo que viven.
Acerquémonos con humildad, nosotros como antropólogas y antropólogos,
a encontrar la sabiduría del pueblo, pero no perdamos la sospecha de que
por todos lados las ideologías se esconden detrás de lo religioso. Humildes,
pero no ingenuos. Si bien, en el hecho religioso hay semillas de rebelión
y transformación hacia la justicia, también hay engaño. A veces el engaño
es craso y fácilmente desmontable, a veces es muy sutil y nos involucra a
nosotros mismos en nuestro afán crítico. Sin embargo, también hay que
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Pixab’ en K’iche’ se llama a los consejos de las gentes mayores.