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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
de liminalidad, no solo porque iba cruzando la frontera, sino porque no
era de nadie, ya que su grupo prácticamente había desaparecido. Era el
hombre de la noche oscura. Como yo, pero con otro tipo de muerte. Él,
sin aceptarla todavía, abrumado, como bolo, confundido. Y mi persona, ya
del otro lado de la liminalidad. De ese lugar salí como bañado de sangre y
redacté el desarrollo de la masacre de acuerdo a las tres partes de la teoría
de Turner, la premasacre, la masacre y la huída del sobreviviente. Llevé
esa buena noticia, porque era buena noticia su sobrevivencia, a la reunión
de antropólogos de los Estados Unidos, en la ciudad de Washington, a
finales de 1982.
Allí, juristas de Americas Watch nos dijeron que era difícil probar el
genocidio, dada la cláusula del «como tal»: destrucción parcial o total de
un grupo étnico, racial, religioso, ¡como tal! Pero nos armamos de valor
y montamos una presentación, metiéndonos tal vez en un coto ajeno, el
de los juristas, para el Tribunal Permanente de los Pueblos, en Madrid,
a principios de 1983. El Tribunal condenó al Gobierno de Guatemala
de genocidio, pero ese dardo, viniendo de Madrid, donde el alcalde era
un izquierdista, y viniendo en un momento en que la represión había
disminuido en la Ciudad de Guatemala, fue ignorado, como un dardito.
Es otro campo de reflexión, pero no quiero desviarme, la aplicación de la
antropología a los derechos humanos. Es buena, pero puede ser un corsé.
La fe en la revolución: Ixcán. El campesino indígena
se levanta
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El encuentro con esa masacre enorme me hizo preguntarme por el proceso
que había culminado en ese acto de represión genocida. ¿Cómo comenzó?
¿Cómo se unió el campesinado, especialmente de las áreas indígenas, a él?
Como ya dije, al escribir mi tesis sobre San Antonio Ilotenango, Quiché,
no logré imaginar cómo esa población podría algún día apoyar a un
movimiento armado revolucionario.
En esos tiempos, se nos abrió Ixcán (Guatemala) a un grupo que
deseábamos hacer pastoral de acompañamiento, al modo sugerido por
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Es el volumen 3 (2015) de una colección de escritos llamada Al atardecer de la vida… Escritos de
Ricardo Falla sj., editada por Avancso, URL y Edusac.
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R
ICARDO
F
ALLA
, S. J.
C
AMINO
DE
VIDA
EN
LA
INVESTIGACIÓN
DEL
HECHO
RELIGIOSO
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
monseñor Romero y por Ellacuría. Después de hablar con la guerrilla que
controlaba la zona, entramos. El grupito tenía el objetivo pastoral de hacer
presente a Dios en esa zona destituida de agentes de pastoral. Pero, entré
no solo para hacer trabajo pastoral, sino para responderme cómo se había
iniciado ese proceso. Entré como antropólogo
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.
El «así llamado» trabajo de campo consistió en estar durante cinco meses,
en 1983, y hablar con la gente que estaba bajo la montaña, preguntándoles
cómo habían colonizado la selva desde 1966 hasta 1983 y cómo se habían
incorporado en la organización que apoyaba a la guerrilla. Entre las
razones que daban aparecía el factor religioso, no el único. Entonces,
al escribir, junté toda la dinámica religiosa en un capítulo. Una de las
cosas que se responden en ese capítulo es cómo se fue dando el proceso
desde el no matar del mandamiento de la ley de Dios hasta el aceptar la
realidad de la guerra. Era una guerra en que uno debía defenderse y debía
atacar para lograr el objetivo revolucionario de la toma del poder y la
transformación de la estructura social. Entonces, debía aceptar el acto de
matar a una persona. El proceso mental no fue doloroso, como cuando
se daba la conversión religiosa estudiada en la tesis, sino gradual y lento.
El momento definitivo se sellaba con la incorporación en la organización
clandestina de la guerrilla, aunque no fuera para combatir, sino únicamente
para apoyar con tareas.
En cierta manera, nosotros, los sacerdotes que trabajamos en esa área de
guerra, pasamos por un proceso semejante. No éramos combatientes, pero
apoyábamos la guerra y la justificábamos. Evidentemente, la justificación
del campesinado indígena y de nosotros, agentes de pastoral, no se daba
en el aire, no era solo una acto de argumentación, sino, como ya dije,
tenía como correlato social el nexo organizativo. Influyó la Teología de
la Liberación, pero esta no concluía necesariamente en el apoyo a la lucha
armada. En el caso de Ixcán, dos cosas fueron muy importantes. Una,
influyó en el campesinado, en el que cuadros guerrilleros, con quienes
los campesinos se encontraban bajo la montaña, les hablaran en clave
religiosa y en su idioma de cómo Dios apoyaba la guerra y Moisés mismo
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Ver Ricardo Falla, Historia de un gran amor (Guatemala: Edusac, 2015). En ese libro, escrito en
1994 y reeditado recientemente por Edusac, se explica la vida en la selva de Ixcán y la pastoral
de acompañamiento.