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U
NIVERSIDAD
R
AFAEL
L
ANDÍVAR
V
ICERRECTORÍA
DE
I
NVESTIGACIÓN
Y
P
ROYECCIÓN
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Falla, de manera especial, recorre y toma como comienzo las tres dinámicas
que impulsan para la respuesta: la admiración responde desde el saber, la
indignación desde la ética y el sufrimiento desde la compasión que se vuelve
misericordia. La admiración permite la fe; la indignación, la esperanza y
el sufrimiento, la caridad. La antropología de Falla es seriedad científica,
voluntad firme de servicio y convicción tierna de cercanía y acompañamiento.
Como teólogo
Los títulos académicos hacen creer que el conocimiento y su puesta en
práctica solo pueden hacerlo personas acreditadas que han pasado por
instituciones formales. Ellacuría, en un pequeño artículo, no falto de humor
e ironía, decía ¿qué es filosofía? Respondía: lo que hacen los filósofos.
Esta respuesta puede romper los cánones de una definición o de lo que
entendemos como concepto. Pero nos habla de una realidad, estamos
ante personas que hacen suyo un tipo de conocimiento y de «ciencia» para
reflexionar, sopesar y responder a la realidad.
¿Quién es teólogo? Aquel o aquella que hace teología, es decir, aquella
persona que explicita a Dios en relación al mundo, a las personas, a la
naturaleza y a la propia intimidad. Que Dios sea un misterio o que
sobrepase todo conocimiento o reflexión humano puede aceptarse o no,
lo que sí sabemos es que tiene que ver con nosotros, con nuestra historia
y con nuestras relaciones. En ese sentido, Falla camina humildemente con
Dios, y desde ese caminar responde a las preguntas, cuestionamientos,
aporías y obstáculos del caminar de los seres humanos y las relaciones
que establecen. En el mundo, en la naturaleza y en la relación de los seres
humanos (la humanidad) hay pruebas, obstáculos y nuevas propuestas por
el mal y lo malo. El mal o malo utiliza dos grandes dinámicas, la mentira y
la muerte, que cuajan en lo que conocemos como violencia. Verdad y vida
se hacen una sola carne (una sola historia) en el amor.
Falla se ha encontrado con este Dios y este atravesar, el mal y lo malo,
tanto en su vida como persona, como en su caminar y como antropólogo.
Por eso habla desde Dios ante estos retos que propone la realidad. Se ha
ayudado de un texto (más bien de un libro) que muestra el paso de Dios
en la persona construyendo las sociedades: estamos ante la Biblia. En la
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E
DUARDO
V
ALDÉS
, S. J.
R
ICARDO
F
ALLA
, S. J.,
EL
POETA
DE
LA
ANTROPOLOGÍA
Entrega especial Ricardo Falla, S. J.
Biblia, la violencia parece tener un espacio omnipresente. Toca a todos y
en cada momento de nuestra vida e historia, sea individual y social. Muchas
veces vemos que la violencia se manifiesta cruda e íntimamente ligada
a la cuestión de Dios y la Biblia acepta ese reto. Plantear la violencia es
plantear la cuestión del comienzo desde la experiencia humana, podemos
recordar, cuando los niños o los hermanos discuten para dirimir la cuestión
se preguntan: «¿quién empezó?». Como también simbólica, el Popol-Vuh y
la Biblia con el género literario de los comienzos (del libro del Génesis),
colocan la violencia como parábola y enigma de antaño. La violencia crea
su propia estructura, su propio ídolo. Pero es una estructura oculta tanto
como violencia en el corazón, como violencia en la relación. La violencia
del corazón es una locura humana y la de la sociedad es esclavitud y cárcel
de la humanidad.
Todo esto se vuelve interpretación y afecta toda ciencia que interpreta. Para
salir de este dominio de la violencia se necesita cambio, pero especialmente,
conversión. La teología en general, y la de Falla en particular, no es solo
contextual en el sentido que mira contextos en constante cambio de la
experiencia humana viendo la situación y la sociedad como locus theologicus
(lugar teológico) que decían los antiguos, sino también conversión, volver
al amor de Jesús crucificado. Desde ese amor poner verdad ante los ídolos
mundiales y ante las superficialidades deshumanizantes que socavan la
cultura. Juan Pablo II decía que una fe que no se convierte en cultura sigue
siendo inmadura: la cultura de la paz y de la justicia, como la fe, se basan
en un «encuentro con un acontecimiento, una persona» (Deus caritas est).
Es una disposición, no cualquier disposición, sino espiritual para evitar
quedarse en «las ciencias de la religión» o en una fenomenología de las
actitudes religiosas.
Santo Tomás de Aquino insistía «alegando que el objetivo de creer no se
encuentra en las formulaciones sino en la realidad de Dios (actus credentis
non terminatur ad enuntiabile sed ad rem)
1
». «La teología se mantiene o debería
mantenerse en la purificación de la fe y de la idea de Dios»
2
. Así como decía
Tomás de Aquino, el camino más certero, humilde y claro para la comprensión
es «llegar a la raíz de la verdad». Debe mantenerse espiritual y orante.
1
Sanctus Thomas II/II 1.2 ad 2.
2
Joseph Ratzinger, comentario al Concilio Vaticano II.