344

U

NIVERSIDAD

 R

AFAEL

 L

ANDÍVAR

V

ICERRECTORÍA

 

DE

 I

NVESTIGACIÓN

 

Y

 P

ROYECCIÓN

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

los comentarios de uno de los participantes de un grupo focal sobre el 
impacto de la migración en Yalambojoch, en contraste con su impacto 
en un espacio típico de encuentro de mujeres y hombres mayas, o sea, 
dentro de la familia. Me refiero específicamente a los comentarios que a 
menudo reportan quienes investigan la migración, es decir, que además de 
las múltiples ventajas económicas de la migración, «conforme va el tiempo, 
las familias se desintegran»

16

.

Con frecuencia me he resistido a aceptar las atribuciones de la desintegración 
familiar a la migración por parte de personas que nunca han dejado sus 
comunidades, y señalo ejemplos de familias que se habían desintegrado 
antes de la partida del hombre cabeza de familia o de familias robustas 
que se contactan cada semana con sus parejas e hijos a pesar de años de 
ausencia del padre. En contraste con lo que puede parecer mi «hablar por 
encima de» o «contradecir» a estos participantes locales, Falla los escucha 
con atención, ubicándose por debajo de las palabras del informante y 
asociándolas con el comentario de otro participante: «Así como dijo uno de 
ellos, siempre cuando nosotros nos ausentamos más en tiempos, digamos 
siete, ocho años, sí, ya no nos acordamos de la familia»

17

.

Señalando la falta de estudios sobre la evolución de las experiencias de 
las relaciones en el tiempo, sugiere que en algún punto el migrante hace 
un «clic», en un momento en que reconoce que ha desarrollado nuevos 
«hábitos de vida» y que estos hábitos reflejan las costumbres locales de 
trabajo, comida, recreación y amor, entre muchos otros, de los Estados 
Unidos más que de Guatemala. Propone que en la mayoría de los casos 
estos cambios tienden a describirse como característicos de los deportados 
varones que han sido retornados forzosamente a Yalambojoch después de 
vivir muchos años en los Estados Unidos. Otros integrantes del grupo focal 
mencionaron cambios en la manera de hablar, de relacionarse con otros y 
de describirse, señalando que algunos ya no se identificaban como Chuj ni 
como provenientes de Yalambojoch, sino más bien como guatemaltecos 
de los Estados Unidos. 

16

 Falla y Yojcom, El sueño del norte en Yalambojoch, 107-108.

17

 ibid., 108.

345

M. B

RINTON

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DENTIDADES

 

DE

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 «

ACÁ

»: 

JÓVENES

 

MAYAS

 

MIGRANTES

 

TRANSNACIONALES

CAPITAL

 

HUMANO

 

Y

 

EL

...

Entrega especial Ricardo Falla, S. J.

Estos complejos cambios y la resistencia a ellos que experimentan algunos 
de los que regresan son evidentes en la entrevista que le hizo Falla a Juan, en 
Zacualpa. Falla habla de las experiencias identitarias de «quién es él», que Juan 
relató en relación con otra importante dimensión de su identidad cambiante 
que menciona reiteradamente en la entrevista, es decir, su autoestima 
o confianza en sí mismo. Juan se autoidentifica como guatemalteco y se 
describe como alguien que ha retornado volutariamente a «su país». Sugiere 
que aprendió esta manera de referirse a sí mismo en los Estados Unidos o 
al menos fue acentuada allí, donde es probable que uno se considere más 
guatemalteco que maya o K’iche’ o incluso que zacualpeño, porque «mientras 
más se particulariza la identidad cultural, más difícil de ser reconocida por 
gente que a duras penas sabrá dónde está Guatemala»

18

A diferencia del comentario del grupo focal de Yalambojoch, la identificación 
de Juan como guatemalteco no viene acompañada de una negación de sus 
raíces culturales, sino más bien del orgullo de hablar en K’iche’ a sus hijos y 
a otros indígenas K’iche’. Además, critica a quienes se niegan a responderle 
en su lengua indígena o en español y más bien asumen una posición de 
superioridad por ser angloparlantes. Así, la historia de Juan complejiza 
las diversas identidades de género e identificaciones de los jóvenes mayas 
retornados, y atribuye su posición a la autoestima, un atributo que es 
parte integral de su identidad K’iche’ y guatemalteca. Acogerse a una no 
niega la otra, lo que insinúa la movilidad de los que históricamente se 
consideran marcadores estáticos. Varios de los ejemplos de las «identidades 
en construcción» de las mujeres alrededor de la cultura se centran más en 
las «pérdidas» que sufren al quitarse el traje típico para emprender su viaje 
migratorio y en el momento de volver a usarlo al regresar. 

Aunque no se mencionan como una manifestación de la migración 
marcada por el género, estas representaciones de la movilidad de las 
diferentes autoidentificaciones mediante la apropiación de distintos 
marcadores culturales reflejan los procesos interseccionales que atraviesan 
el reposicionamiento de los jóvenes mayas en el ámbito transnacional, y 
sugieren al menos una de las múltiples y diversas formas en que realizan 

18

 Falla, 

Migración transnacional retornada, 159.